Expresando el fuerte sentido social de su apostolado, el Papa Francisco hace una reflexión sobre el efecto que está teniendo el cambio climático en la salud y el bienestar de las personas.
Compartiendo el diagnóstico de la comunidad científica, la encíclica considera que la actual situación de orden ecológico que vive el planeta es uno de los grandes desafíos que enfrenta la humanidad.
Indudablemente tiene razón, si tomamos en cuenta los múltiples fenómenos extremos que hemos presenciado en los últimos tiempos, a los que la encíclica denomina "los quejidos de la tierra". Acontecimientos como las sequías o como el calor o el frío extremos, nos hablan de transformaciones de orden climático que pueden poner en riesgo incluso la sobrevivencia de los seres humanos como especie.
La crítica también se dirige a los excesos del modelo de crecimiento que ocurre, sobre todo, en los países más desarrollados. Es el mundo acaudalado quien es el responsable de la mayor contribución al cambio climático, de acuerdo con el Papa Francisco. Sobre esto se refiere a la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera producida por la industria moderna que todavía se basa, en lo fundamental, en la explotación de combustibles fósiles.
Con cifras y referencias históricas, la encíclica propone la tesis de que el cambio climático se debe menos a los ciclos naturales de la tierra y más a la actividad humana. Se trata, aunque la encíclica no lo expresa en esos términos, de lo que algunos filósofos y científicos llaman el Antropoceno. De acuerdo con esta idea, estamos ante una nueva era geológica provocada por el quehacer humano. Para el Papa, hemos llegado a esta lamentable situación debido a la hubris moderna y a la idea equivocada de que el poder humano es ilimitado.