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#ColumnaInvitada | Edadismo

A pesar de los increíbles avances de la ciencia, en términos de salud, el cuerpo humano sigue siendo víctima del paso del tiempo.
lun 04 septiembre 2023 06:00 AM
#ColumnaInvitada | Edadismo
La Organización Mundial de la Salud define al edadismo como los estereotipos (cómo pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia personas debido a su edad.

La edad es algo que nos atraviesa a todas las personas; es parte inevitable de la ‘impermanencia’ del existir. Triste pero también afortunadamente todo pasa, y así, también pasa la vida.

A pesar de los increíbles avances de la ciencia, en términos de salud, el cuerpo humano sigue siendo víctima del paso del tiempo. Y digo víctima porque sin duda el cuerpo y la mente son vulnerables ante el deterioro de los años acumulados; el cuerpo se cansa, la mente se debilita y el descenso de la vitalidad comienza su camino.

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Cuando conocemos a alguien, uno de los primeros rasgos que notamos es su edad y casi instantáneamente nos formarnos una idea de quién puede ser, su capacidad intelectual, su estado de salud, qué tan afín puede resultar a nuestras simpatías, entre otras cosas. Este tipo de “clasificaciones” son mentalmente automáticas y, entre otras cosas, obedecen a construcciones sociales de nuestro entorno. El problema se presenta cuando a esta preconcepción de edad le damos una connotación disminuida o negativa, perpetuando una forma de discriminación conocida como “edadismo”.

El término “edadismo” fue acuñado por el psiquiatra Robert N. Butler al final de la década de 1960 para describir el proceso sistemático de estereotipar a las personas por motivos de edad. En su ensayo “Edadismo: Otra Forma de Intolerancia”, Butler explica que esta problemática surge de una aversión personal hacia el envejecimiento, la enfermedad, las discapacidades, el miedo a la impotencia y los sentimientos de exclusión e inutilidad así como el temor a la muerte. Así, existe una tendencia por percibir a las personas adultas mayores como “cargas” o “imposiciones” que no tienen nada qué aportar a una sociedad que valora por sobre todas las cosas la exacerbada productividad y el consumo (Butler, 1969).

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud define al edadismo como los estereotipos (cómo pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia personas debido a su edad. Este organismo apunta que las cifras de incidencia del edadismo son impresionantes: actualmente una de cada dos personas ejerce discriminación por motivos de edad; sí, la mitad de la población discriminamos por motivos de edad.

El edadismo puede ser de tres tipos: i) institucional -leyes, reglas, normas sociales, políticas o prácticas de las instituciones que sistemática e injustamente restringen oportunidades a las personas por su edad-; ii) Interpersonal -entre integrantes de un núcleo social-; o, iii) autodirigido -la persona lo internaliza y utiliza en su contra- (OMS 2021).

En el caso particular de México, la Encuesta Nacional sobre Discriminación de 2022 reportó que el 30.5% de la población de 60 años y más opinó que sus derechos se respetan poco, mientras que el 43.3% de las personas encuestadas considera que las personas adultas mayores son una carga para su familia (ENADIS, 2022).

El término “edadismo” se identifica mayoritariamente con la discriminación que se ejerce hacia personas adultas mayores, sin embargo, es importante destacar que la discriminación por edad también la resienten niños, niñas y adolescentes (NNA). Esto porque se les considera seres inmaduros, incapaces de cuidarse a sí mismos y de formarse una opinión propia. Sin embargo, culturalmente hemos hecho un cambio importante para evitar la crianza adulto-céntrica y cada vez se reconoce con mayor fuerza y regulación los derechos humanos de las NNA para que, protegiendo y acompañando su formación en desarrollo, se respete el ejercicio de sus libertades en la medida que van adquiriendo su autonomía progresiva.

Ahora bien, es cierto que para contrarrestar el edadismo podemos trabajar en nuestra vida diaria aumentando nuestra empatía y procurando una mayor convivencia intergeneracional; lo cierto es que el verdadero cambio debe ser institucional.

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El Estado debe procurar tener un marco regulatorio e institucional que permita a los adultos mayores desarrollarse en independencia, con cierto vigilo y protección paulatina. Las empresas y cualquier institución empleadora deberían tener incentivos para abrir plazas exclusivas a adultos mayores para que desempeñen trabajos adecuados para su edad; las políticas fiscales podrían diseñarse con consciencia de la vulnerabilidad de la edad; las instituciones de salud tanto privadas como públicas deben considerar este factor para prestar sus servicios. Las industrias comerciales -de la moda, de la comida, de la diversión y entretenimiento, del turismo- deberían enfocarse también en este sector de la población que cada vez aumenta con mayor vigor su expectativa de vida y, con ello, sus necesidades de consumo.

Por supuesto que la población adulta mayor es heterogénea, esto quiere decir que no todas las personas de 60 años o más van a necesitar los mismos cuidados o que tengan similares niveles de autosuficiencia. Sin embargo, lo que es importante recalcar es que todas las personas, independientemente de su edad, merecen respeto a sus derechos humanos y el acceso a una vida digna. Por lo anterior, conviene que reflexionemos acerca de nuestro propio entorno para abandonar el uso de estereotipos nocivos y pensar en alternativas para reivindicar los derechos de las personas adultas mayores y reconocer su invaluable aporte a nuestras comunidades.

Todas las personas a las que la muerte no las sorprenda antes de tiempo, por accidente o por salud, estarán -o estaremos- ahí donde están nuestros adultos mayores. Abramos el corazón con empatía y paciencia y aprovechemos la sabiduría de su experiencia. Las habilidades físicas pueden disminuir con los años, pero el conocimiento adquirido por los golpes y las caricias de la vida deben ser un punto de partida aventajado para las nuevas generaciones. Respetemos y agradezcamos el trabajo hecho por los que ya transitaron el camino antes que nosotros.

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Nota del editor: Alejandra Spitalier es Coordinadora de la ponencia del ministro Arturo Zaldívar. Siguela en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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