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#ZonaLibre | ¿El show debe continuar?

La fama en televisión y las redes sociales siempre se ha empatado con la política electoral.
jue 27 julio 2023 12:01 AM
La plataforma de streaming apostará por estos contenidos.
La Casa de los Famosos es el nuevo reality de Televisa y ha logrado posicionarse dentro de las audiencias, incluso en las redes sociales.

Fingiríamos ser ciegos y sordos si negáramos el éxito rotundo que tiene el programa La Casa de los Famosos, que produce Televisa.

El experimento de esta nueva versión del Big Brother VIP ocasiona todo tipo de expresiones, desde aquellos que lo desprecian como los que están pegados a la pantalla defendiendo a uno de los contendientes.

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De igual forma, aquellos que silenciosamente y en secreto están al tanto de lo que sucede en el afamado programa que está rompiendo récords de audiencia.

Más allá de la frivolidad que representa el juego donde el ganador se llevará 4 millones de pesos, el ejercicio social muestra una serie de estrategias muy parecidas a la política del “mundo real”.

Ese show de telerrealidad es propiedad de un holandés llamado John de Mol, quien desde 1999, a través de su empresa lo ha distribuido internacionalmente, siendo un éxito en todos y cada uno de los países (más de 60) donde han tropicalizado el concepto.

La clave de su éxito tiene que ver con la transparencia de la exposición humana, con toda su capacidad de buscar sobrevivir socialmente, en los términos más complicados que puede tener toda persona: el encierro y la presión de ser observado por decenas de cámaras y escuchado por micrófonos, las 24 horas.

Bajo esta modalidad, los habitantes deben de mostrar su mejor personalidad; sin embargo, mientras pasa el tiempo se desgasta a tal grado de exhibirse en sus peores actitudes.

De ahí, surgen las falsedades, intrigas, engaños y otras miserias humanas de las que todos podemos ser partícipes.

Es interesante escuchar a los concursantes cuando se plantean entre ellos: “¿Qué pasaría si hicieran el mismo experimento pero con todos los precandidatos a la presidencia de la República?”.

Sin duda, abre el imaginario para visualizar a las ‘corcholatas’ y los frentistas durante más de dos meses siendo monitoreados por los electores. Más allá de lo divertido, sería un modelo de total transparencia al humanizar a los “todopoderosos” precandidatos que entre más pasa el tiempo, más se alejan de la realidad lacerante de los ciudadanos.

La fama en televisión y redes sociales siempre se ha empatado con la política electoral. Justo dentro de esa “casa de los famosos” se encuentra un exdiputado federal. Él se ha encargado de la estrategia para que su grupo -“El Infierno”- siga unido para nominar y luego expulsar a sus adversarios en ese micro universo en el que coexisten.

Más allá del gran premio que está en juego, Sergio Mayer sabe que su participación es una oportunidad de oro; un trampolín para utilizar la fama y colarse de nuevo a la camarilla política que tanto le gusta.

Mayer ya ha insinuado esto y en el partido Morena le resultaría sencillo conseguir una candidatura al Congreso o alguna alcaldía, pues en ese instituto político ha mostrado el único interés del conocimiento público a través del triunfo en encuestas. Algo que Mayer tiene muy claro, pues a pesar de que llegó al Congreso con las siglas del desaparecido Partido Encuentro Social, fue aliado de Morena. Hoy le caerían muy bien los votos que el actor y cantante pueda recuperar, sobretodo en la Ciudad de México.

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De la ficción al infierno real

En la plataforma Netflix se encuentra una serie de comedia bastante bien lograda, la nombraron “Servidor del pueblo” (2015-2019), donde el actor principal logra cautivar y enganchar fácilmente para continuar viendo los siguientes capítulos.

Se trataría de una sátira política extranjera más, si no es por lo interesante del resultado de la actuación del primer actor ucraniano Volodimir Zelenski.

Fue tanto el éxito de Zelenski al personificar a un presidente anticorrupción que, gracias a su actuación, llegó a ser electo presidente de Ucrania en el 2019, pero poco más de un par de años después, el presidente ruso Vladimir Putin le declaró la guerra, la cual continúa hasta hoy.

Es impactante cómo los problemas que aparecen en la serie cómica de Zelenski se han convertido hoy en una realidad que a nadie en el mundo hacen sonreír. ¿Cómo fue que un personaje ficticio logró trascender al ánimo de los votantes y hasta las urnas para llevar a un simple comediante hacia el puesto más importante de un país durante una crisis permanente? Es lo que puede ocasionar la pantalla y las “benditas” redes sociales, donde hasta un Donald Trump salió de la televisión y ganó la elección de su país y, aunque perdió la reelección, tiene grandes posibilidades de regresar en 2024.

En México, a partir de la llegada de Vicente Fox a la presidencia en el año 2000, la política nacional sufrió una caricaturización del puesto que se ostenta desde el Poder Ejecutivo, como nunca se había visto.

Los chistes y toda la comedia involuntaria que provocó Fox -incluso desde que era candidato-, lo convirtieron en un personaje que ocasionó carcajadas. La confrontación del panista con el entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, provocó un mar de cartones políticos. Pero lo que trascendió más en aquel tiempo, sin duda, fue un programa de comedia de Televisa: El Privilegio de Mandar, donde a través de parodias se burlaban de la situación política de aquel entonces.

El personaje de “el Peje” o “Gallito Feliz”, que parodiaba a López Obrador, fue magistralmente escenificado por el actor Germán Ortega, pero ocasionó el rechazo y enojo de AMLO con dicho personaje.

Fue tanta la aberración que tenía el tabasqueño por el programa televisivo que acusó a éste y su producción de participar en el llamado “fraude electoral”, donde Felipe Calderón fue declarado ganador de la elección en el año 2006.

En 2012 se acusaría a la misma televisora de construir la candidatura de Enrique Peña Nieto como una telenovela. Incluso, llegaron a asegurar que el priista se había casado con la actriz Angélica Rivera para continuar la estrategia.

¿Habrá caído en esa fantasía el país entero?

Tal para cual

Muy parecido es el escenario político en este 2023, solo que los papeles se han invertido drásticamente. Hoy, Andrés Manuel es presidente y desde su púlpito mañanero despotrica contra la revelación del momento: Xóchitl Gálvez.

Gálvez ha logrado provocar sonrisas en la oposición, lo cual la ha ayudado a colocarse como puntera y la más fuerte precandidata del Frente Amplio por México.

Para algunos expertos, Xóchitl es la némesis de AMLO, pues son tan parecidos en cuanto a su sentido del humor, que se convierte en una posibilidad real para competir contra la acartonada “corcholata favorita”, Claudia Sheinbaum.

El presidente ha basado su comunicación entre chistes y burlas a su oposición. Ha buscado que sus seguidores se rían de sus frases, continuando esa caricaturización de la política mexicana. Pero Gálvez ha logrado ser más subversiva y disruptiva, responde a cada comentario que surge desde Palacio Nacional con un chiste o una mofa todavía más combativa contra el Ejecutivo federal.

Si Xóchitl logra la candidatura tendremos unas muy animadas campañas electorales. Ella espera que sea Marcelo Ebrard el candidato morenista, pues por su buen funcionamiento en redes sociales, lo hace “el más divertido”, según la hidalguense.

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El que los ciudadanos podamos reírnos de nuestros políticos es muy sano; un principio de la democracia a la que aspiramos día a día. Pero, ¿hasta qué grado el show gana a la propuesta? ¿Hasta dónde acepta el votante los chistes y las ofensas disfrazadas de posturas políticas?

Los problemas en el país no han desaparecido con los buenos “chascarrillos” que se ha aventado Andrés Manuel durante estos años. La constante culpabilidad hacia los gobiernos anteriores no acabó con la miseria y la inseguridad.

No han funcionado las constantes batallas contra los enemigos que se inventa el presidente cada semana. No sirvió para nada dividir al país entre “fifís” y “pueblo bueno” para aliviar el malestar general de la economía. El jocoso mensaje de “abrazos y no balazos” ya no hace reír a nadie.

Que la contienda política sea aligerada por la diversión que ésta misma provoca es muy positivo. Sin embargo, la crisis social requiere que más allá de los chistes, los TikToks y tuitazos, cada personaje que busca gobernarnos debe mostrar su plataforma y oferta técnica; que además sea práctica, para resolver los problemas heredados por siglos, en un país que en cada punto cardinal sufre día a día y no espera un chiste como respuesta.

Por todo esto, es importante que el elector presione a los distintos partidos para que los precandidatos debatan ideas las veces que sean necesarias, para que no terminemos votando solo por el más famoso o el que quiera el presidente sin importar lo que pueda ofrecer.

No, esta próxima elección no debe ser un show más.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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