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#ColumnaInvitada | Hagamos diferencias para lograr la igualdad

La desigualdad estructural se genera a partir de un contexto histórico y social que sistemáticamente ha excluido y sometido a sectores de la sociedad que están en una situación de desventaja.
lun 10 julio 2023 06:00 AM
Hagamos diferencias para lograr la igualdad
Los puestos de poder vienen con la responsabilidad de fomentar acciones encaminadas a desmantelar la discriminación estructural desde sus entrañas. Las acciones afirmativas parten de este entendimiento y buscan la manera de remediarlo, apunta Alejandra Spitalier.

En palabras de la Jueza Sonia Sotomayor, integrante actual de la Suprema Corte de los Estados Unidos de Norteamérica, la igualdad requiere el reconocimiento de la desigualdad.

Hace poco más de una semana el máximo tribunal de los Estados Unidos dictó una resolución que causó bastante polémica ya que constituye una regresión en materia de derechos humanos. Dicha sentencia revocó las acciones afirmativas implementadas por Harvard y por la Universidad de Carolina del Norte en sus procesos de admisión, en los que consideraban a la diversidad racial como factor importante de integración de los cuerpos académicos de dichas instituciones.

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La cuestión por resolver en el caso Students for Fair Admissions vs. Harvard fue determinar si una universidad puede utilizar la raza de las y los aspirantes como un factor decisivo en sus procesos de admisión. En la sentencia se señaló que las admisiones basadas en la raza sólo deben permitirse bajo escenarios muy restringidos, por lo que los programas universitarios deben cumplir con un escrutinio estricto y jamás utilizar la raza como un “estereotipo” o un “concepto negativo”.

Para la mayoría de los jueces de la Suprema Corte de Estados Unidos, cuando las universidades admiten estudiantes por su raza, están partiendo de la presunción “ofensiva y degradante”; y que, si se permite que “la discriminación social del pasado” sirva como base para el establecimiento de “preferencias raciales rígidas”, se abrirá la puerta a cada grupo desaventajado para que busque alguna forma de “indemnización” por su situación particular. Tropicalizándolo, podemos decir que la Corte quería evitar que se “pusiera el dedo en la llaga”.

Esto es, la mayoría conservadora de la Corte Norteamericana estimó que tener acciones afirmativas era desigualitario; y que, además, era abrir la ‘caja de Pandora’ a todos los grupos vulnerables, lo que haría imposible los procesos de admisión en dichas universidades.

Curiosamente, con cierta sincronicidad, el viernes pasado se publicó en nuestro país, en el Diario Oficial de la Federación, una convocatoria a tres concursos de oposición organizados por el actual Consejo de la Judicatura Federal. Uno de ellos es un concurso exclusivo para mujeres, otro es exclusivo para hombres (sí, para hombres) y el otro es mixto. Esta convocatoria es muy desafortunada puesto que a pesar de que lanzan un examen exclusivo para mujeres, por el otro lanzan uno especial solo para hombres. En ambos se concursan el mismo número de plazas.

Supuestamente con ello se busca lograr la paridad, pero la realidad es que las cifras actuales de los titulares de los órganos jurisdiccionales todavía son desiguales en perjuicio de las mujeres. Esta desventaja ha sido histórica en México; y el Poder Judicial Federal no ha sido la excepción. Por esa razón, en la administración del Ministro Arturo Zaldívar, se optó por emitir concursos exclusivos o de asignación paritaria; y con ello, se registró un incremento importantísimo en el número de plazas ocupadas por mujeres en el PJF.

Con las convocatorias publicadas el viernes pasado, apenas emitidas por el CJF, nos estamos alejando de la paridad en el PJF. Concursos exclusivos son acciones afirmativas que se deben implementar hasta en tanto se llegue a la paridad. Pero, por definición, deben ser concursos exclusivos en favor del grupo que históricamente no ha tenido las mismas condiciones, es decir, las mujeres. No podemos usar las acciones “afirmativas” para perpetuar las desventajas estructurales.

Las verdaderas acciones afirmativas no sólo son deseables, sino fundamentales para lograr un mundo igualitario. El primer paso es reconocer y atender la desigualdad estructural en perjuicio del grupo vulnerable. Esto es, una desventaja histórica no puede pretenderse reestablecida si en las normas se prohíbe la discriminación. Ello no basta. Se requieren medidas que modifiquen la realidad más allá de la ley hasta conseguir una igualdad real, una igualdad sustantiva. Si la desigualdad es estructural, las medidas para combatirla deben ser integrales.

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El simple hecho de “permitir” a todas las personas “sin distinción” arribar a la meta, no implica que efectivamente logren hacerlo, y ello no se debe a un tema de capacidad. La desigualdad estructural se genera a partir de un contexto histórico y social que sistemáticamente ha excluido y sometido a sectores de la sociedad que están en una situación de desventaja (Saba, 2004). Es decir, por cómo está conformada la estructura social, estos sectores no sólo empiezan la carrera kilómetros atrás, sino que además lo hacen con peso encima y sorteando diversos obstáculos.

Asimismo, las medidas afirmativas que reconozcan la prevalencia de la desigualdad estructural permiten reducir el grado de discrecionalidad en la toma de decisiones que, de otra manera, pudieran verse influenciados por estereotipos nocivos que afectan a determinados grupos.

Así, si queremos lograr un mundo igualitario, debemos superar la idea de que “la justicia es ciega”. Quienes toman decisiones que tienen enorme impacto en la sociedad no deben ignorar el contexto social e histórico que continúa impidiendo que las personas de grupos desaventajados alcancen su máximo potencial. Los puestos de poder vienen con la responsabilidad de fomentar acciones encaminadas a desmantelar la discriminación estructural desde sus entrañas. Las acciones afirmativas parten de este entendimiento y buscan la manera de remediarlo. Son una forma de distinguir para igualar.

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Nota del editor: Alejandra Spitalier es Coordinadora de la ponencia del ministro Arturo Zaldívar. Siguela en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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