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#ColumnaInvitada | Feliz día del padre (ausente)

Hemos construido estructuras sociales que perjudican a los padres; por supuesto, también a las y los hijos y a las madres; los roles de macho alfa dominante limitan las posibilidades de cada hombre.
lun 12 junio 2023 05:58 AM
papá reforma paternidad
Las nuevas generaciones deben construir el nuevo rol de la paternidad.

El próximo domingo se celebra el Día del Padre en nuestro país. Que sea siempre en día inhábil y no como el 10 de mayo -día de las madres en México-, dice mucho. No debemos distraer a nuestro “proveedor” de su jornada productiva, a diferencia de las madres que siempre están -o deben estar- disponibles.

La figura paterna representa por un lado el poder, la autoridad, la protección física y el castigo; por el otro, el padre es el merecedor de respeto, de atenciones y complacencias. La madre se sacrificará por nosotros; nos amará y cuidará incondicionalmente. No tenemos que esforzarnos por obtener su amor, su empatía y su reconocimiento. El padre es quien emite el juicio final, de quien obtenemos aprobación y valía. Una madre dedicada es una tautología, un padre dedicado a sus hijos, es un santo (Angel, 2020).

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Así, desde que nacemos hay que llenar las expectativas paternales. Tenemos que estar a la altura de esa figura incuestionable que nos enseña cuánto y cómo valemos. De ahí, según cómo te va en la feria, marcas tu seguridad personal, tu autoestima y, en gran medida, tu éxito en todos los terrenos emocionales y psicológicos de la vida. Esa es la teoría y la base de síndromes que se caracterizan por tener conflictos con la figura paterna, también conocidos como “Daddy issues” o “Hijas sin padre” que se caracterizan por tener baja autoestima, problemas para relacionarse, un mal manejo del estrés, etc. (Lewis, 2022).

Las carencias afectivas y los abusos emocionales de un padre alcohólico y violento, en mi caso, marcaron a una niña que asumió que la “perfección” era la única manera de evitar la furia paterna; una niña que creció instintivamente con sentido de alarma; alguien que aprendió a cerrar los cuartos con llaves y muebles atrancados. Una adolescente que se esforzaba todo el tiempo por lograr la mirada benevolente de ese quien pagaba las cuentas, de ese al que nadie quería pero que ella adoraba, de ese que entre las botellas rompía en llanto y pedía perdón prometiendo un cambio que nunca llegó. En fin, el resultado fue una mujer que aprendió a funcionar desde la codependencia emocional del agresor.

Por supuesto que sé lo que es tener “Daddy Issues”. Ciertamente, tuve la buena fortuna de evitar la tendencia natural de “recrear” -en palabras de Sylvia Plath- la relación con mi padre, al momento de elegir a mi pareja -hoy también padre de mis hijas. No obstante, todos los días trabajo con las figuras paternas en mi vida. A diario busco desdibujar estas expectativas inalcanzables de perfección, de complacencia, de control y de codependencia.

En México, a los hombres siempre se les ha permitido abortar, pero a las mujeres se nos criminaliza por buscar una maternidad deseada (Murillo, 2022). Todavía somos una cultura en la que los padres “ayudan” a las madres con la crianza; somos una sociedad que le aplaude al señor de la casa por cada pañal que cambia o cada bocado que mete con acierto en la boca de sus crías.

Somos mujeres que todavía tenemos culpa por trabajar fuera de casa y agradecemos a nuestras parejas por ejercer una crianza compartida. Seguimos pensando que las madres tenemos un instinto biológico superior que permite que la raza continúe, y que los hijos no pueden estar mejor con nadie que con nosotras. Fomentamos esta expectativa de súper mujer, que contiene una gran carga mental y el síndrome de doble presencia, en vez de liberar y permitir que los hombres florezcan en sus lazos filiales asumiendo su rol en la crianza.

Y es que resulta que hemos construido estructuras sociales que perjudican a quienes inicialmente beneficiaban; sí, a los padres. Por supuesto también a las y los hijos y a las madres, pero lejos de lo que se espera, estos roles de macho alfa dominante limitan las posibilidades de cada hombre de ejercer su paternidad.

Según datos del INEGI, en México hay más de 4 millones de hogares con padres ausentes (CIMAC, 2023). Esos datos abarcan la ausencia física de la figura paterna, pero esta carencia también puede ocurrir cuando los hombres no se involucran en igual medida en las labores de crianza y de cuidado en sus familias, es decir, físicamente pueden estar presentes, pero delegan toda la responsabilidad de la crianza.

Buscar la participación equitativa de ambos padres en las tareas y responsabilidades del hogar no beneficia a las mujeres; en realidad se generan beneficios a la familia como ente. En el caso de los hombres que comienzan esta etapa, permitirles sentir y vibrar emocionalmente con sus crías, les permite repensar la paternidad y desmantelar los mandatos de la masculinidad hegemónica: misógina, lgbtfóbica, agresiva, competitiva, iracunda, emocionalmente reprimida, descarada, autocomplaciente, violenta y frágil (Holleb, 2019).

Si, y solo si, construimos nuevas paternidades podríamos dejar de vanagloriar estos atributos y demostrar que los hombres son así, no por naturaleza, sino que socialmente los condicionamos. Con ello les permitiríamos despojarse de esta máscara de autoridad inquebrantable, de esta paternidad tóxica que limita la experiencia más grande de amor incondicional. Esto es, la ternura, empatía y el afecto no son cualidades inherentemente femeninas. Los hombres son igualmente capaces de demostrar sensibilidad, paciencia y compasión y de ejercer labores de cuidados.

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Dicho esto, cabe referir que es posible implementar distintas acciones para lograr una mayor participación de los hombres en las labores de crianza y que su involucramiento deje de verse como un “apoyo” y se afiance como su responsabilidad. Ejemplo de ello, son las licencias de paternidad que se implementaron en el seno del Poder Judicial Federal durante la administración del entonces Ministro Presidente Arturo Zaldívar. Así, se igualó el tiempo de las licencias de paternidad con las de maternidad, con la intención de eliminar estereotipos de género en torno a las labores de cuidado infantil que tradicionalmente se han endilgado exclusivamente a las mujeres.

Falta mucho camino por recorrer; muchos cambios y desmantelamientos; muchas deconstrucciones. No obstante, les invito a empezar hoy por abrazar una paternidad amorosa, emocional, involucrada. Hoy, demos oportunidad -socialmente hablado- de que los padres no sean los héroes ausentes; hagamos un día del padre del amor y de la crianza compartida.

A mí, me da consuelo pensar que si a mi padre, social e institucionalmente le hubiéramos permitido otras fórmulas, su paternidad hubiera sido diferente.

A ti, mi pareja y padre presente, feliz día Mauricio.

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Nota del editor: Alejandra Spitalier es Coordinadora de la ponencia del ministro Arturo Zaldívar. Siguela en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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