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#ColumnaInvitada | El fin no justifica los medios

Es muy importante contar con un programa de largo aliento y alcances, mismo que daría las bases operativas y de diseño de un gobierno de coalición opositora.
lun 17 abril 2023 06:00 AM
Marcha
Marcha de opositores contra AMLO.

Maquiavelo nunca se imaginó que hubiera un régimen tan obsesionado con su permanencia en el gobierno que estuviera dispuesto a pasar por encima de todo y de todos con tal de lograr su cometido. Quizá por que no coincidieron históricamente, o por que se hubiera imaginado que México para estas fechas ya habría superado las épocas del autoritarismo y que se consideraba que la normalidad democrática ya había llegado para quedarse a partir de las reformas estructurales que en materia electoral propiciaron los cambios para la transparencia y alternancia a partir de 1997. Pero hay quienes hoy quieren enturbiar todos esos logros, y hacerlo sin miramientos o respeto a los límites constitucionales e institucionales aplicables.

Como si se tratara de una travesía en que lo único que cuenta es asegurar que no se pueda volver a dar la misma alternancia con la que llegaron, el actual gobierno ha hecho todo lo que se puede hacer y más para pretender alejar lo más posible el que haya en efecto un viraje democrático en todas las elecciones a su alcance, y particularmente ya desde ahora para la más importante, grande y trascendente de la historia programada para el 2 de junio de 2024.

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Aunque el tema no es nuevo, se debe reiterar lo que quieren hacer para develar sus nefastas intenciones y asegurar que no puedan lograr su cometido. Perversos y excesivos al más no poder.

Quizá porque las personas que no comulgamos con los designios de quien hoy gobierna somos mayoría en el país, y además confiamos en las instituciones, nos falta capacidad de sorpresa para entender realmente hasta dónde quieren llegar con su deseo de imposición de su mal llamada transformación, que lo único que refleja es, por un lado, un deseo narcisista patológico y, por el otro, un ejercicio del más puro y rancio populismo (que tristemente en este ciclo histórico mundial ha tenido una ola de penetración, pero que ya se advierte está cediendo ante el realismo de la devastación que origina).

Pero hoy hay ya un despertar para contrarrestar el impulso autocrático subyacente, y es esa sensación de real peligro lo que ha motivado que grandes sectores de la población que tradicionalmente han sido omisos, apáticos o desinteresados, son los que hoy en día están muy despiertos, activos y en modo emergencia. La alarma roja está encendida.

Para entender el problema debemos reconocer que si bien es cierto el gobierno actual es pésimo en resultados (porque literalmente no tienen un solo rubro del cual puedan presumir, y cientos o miles de datos duros que muestran la enorme devastación que surge de la improvisación, la falta de estudios, la destrucción institucional, corrupción inaudita, y mezquindad infinita), son bastante hábiles en una comunicación directa con sus bases, para lo cual, hay que decirlo, tienen una “habilidad” descomunal pues no tienen empacho en mentir en grado patológico con tal de cumplir su narrativa populista y embustera. Nefastos artistas de la simulación y el engaño.

Una vez que se entiende lo que este gobierno pretende, lo que se tiene que hacer es desenmascararlos con una propuesta alternativa y contundente. Durante la primera mitad de esta administración resultó muy tentador el enfrentar al gobierno y a su titular, justamente porque el grado de falsedades y de erosión eran tan grandes, que era casi impulsivo descalificarlos.

Sin embargo, en la lógica del manual populista ese enfrentamiento es precisamente lo que buscan porque los victimiza y les permite tildar a quienes los oponen como reaccionarios, conservadores, fifís, etc. El ring de adjetivos es su cancha perfecta porque ahí no se miden resultados, beneficios o logros, solamente el choque de ideas y conceptos efímeros, falsos y estrafalarios. En ese terreno ellos se fortalecen aunque estén caminando en el fango de sus desaciertos al no gobernar con seriedad.

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Entonces lo que procede es hacer a un lado cualquier tipo de razonamiento que se pueda entender como ataque personal, y pasar más bien a reflexionar sobre lo que implica la destrucción de los ideales con los que llegaron a la escalera democrática para que los receptores de programas sociales se den cuenta que tales entregas no provienen de la voluntad del gobernante en turno, y que por el contrario los nulos y nocivos resultados en todos los rubros de gobierno sí les son atribuibles. En ese terreno entonces toca hacer una propuesta de gobierno que es lo que genera el contraste para decir y convencer que al criticar al gobierno actual no se hace en base a una simple referencia adversa de su desempeño o titulares, sino que en su lugar se presenta una alternativa real y palpable de un país en que, con los pies en la tierra, sí se puede lograr contar con una propuesta de un México en el que cabemos todos y se pueden lograr los tan anhelados avances de igualdades y libertades que a todos nos corresponden.

De hecho, correspondió a Unid@s realizar la presentación del programa “México: Que Nadie Se Quede Atrás”, en el que con responsabilidad democrática, social, presupuestal y programática, se ponen a la vista de todos los habitantes de este país las principales acciones y rubros que nos pueden permitir llegar a las condiciones en el que todos nos podamos beneficiar y ser solidarios con los que tradicionalmente han estado más abandonados y desprotegidos. Eso se tiene que acabar a partir de tareas de gobierno y políticas públicas trans-sexenales que no dependan de los caprichos, ocurrencias y limitaciones de los gobernantes en turno.

Por ello es que es tan importante contar con un programa de largo aliento y alcances, mismo que daría las bases operativas y de diseño de un gobierno de coalición en el que todas las fuerzas políticas que quieran participar en la redefinición nacional tienen espacio en la medida en que se comprometan frente al pueblo con los diagnósticos, objetivos y pasos de ejecución respectivos. Dicho pacto político-ciudadano fraguaría a la par de la designación de la candidatura única presidencial, un gabinete federal de apoyo pleno, y sendos participantes de gran relieve y competitividad para los principales puestos de elección popular, todos ellos seleccionados en base a un método abierto en que el pueblo tiene mano y podrá inclinar la balanza para lograr la mayor afinidad y legitimidad posible.

Volviendo, entonces, al tema de origen, señalemos puntualmente que el gobierno actual tiene previsto el preservarse en los siguientes procesos electorales sin empacho de recurrir a obscenos pactos con la delincuencia organizada, militarización sin límites, y uso indiscriminado de recursos públicos. Pero como sus cartas están echadas y pretenden ser maquiavélicos en ese sentido, también lo es que los amplios sectores populares que no comparten tales fines han despertado y lograrán detenerlos en seco en base a una simple pero letal fórmula: participación electoral amplia.

Y es que con una votación copiosa ni el actual gobierno con todas sus mañas y personas podrían revertir la decisión popular de echarlos. Por eso es tan importante la defensa del INE y de las libertades democráticas, porque solamente así se podrán asegurar que los votos los sigamos contando los ciudadanos y no los partidos, particularmente los que están en el poder.

Así es que ya sabemos, o los paramos en seco o pagamos un altísimo costo de perder al país, potencialmente por décadas. Afortunadamente, ya despertamos y no hay forma en que a pesar de tener todos los medios a su alcance logren sus fines. Aquí en México Maquiavelo no aplica. El pueblo define y ya definió que no le interesa seguir con el actual experimento abusivo, desolador, destructivo y desgarrador que supone Morena y sus aliados. Así como llegaron se irán muy pronto.

Esperemos que el efecto sea con carácter permanente, por ejemplo, al constatar en lo federal y en los muchos gobiernos estatales que tienen bajo su poder, que quede claro que dado el hartazgo de sus nulos resultados y altísima corrupción, ignorancia e incompetencia, han logrado desacreditarse bajo la efímera expectativa de un cambio que nunca llegó, y nunca llegará. Su tiempo se acabó.

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Notas del editor:

Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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