Desde la época de la Colonia y con mayor énfasis durante el Siglo XIX, en México ha sido larga la tradición de generar estadísticas sobre población e indicadores económicos. Tras la promulgación en 1980, de la Ley de Información Estadística y Geográfica, se publicó el Reglamento Interior de la extinta Secretaría de Programación y Presupuesto el 25 de enero de 1983, que creaba formalmente al Inegi bajo la figura de órgano desconcentrado de esa dependencia.
La vigente Ley del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, otorga facultades exclusivas al Instituto, entre ellas realizar los censos nacionales, integrar el sistema de cuentas nacionales y elaborar desde junio de 2011 el Índice Nacional de Precios al Consumidor (que mide la inflación), una atribución que hasta entonces correspondía al Banco de México.
El estudio Percepciones Sociales del INEGI desarrollado hace dos años por la UNAM, la ubicó como una de las tres instituciones más confiables en la opinión pública, solo por detrás de la familia y las universidades públicas. Factores como una mayor difusión en el uso de datos masivos y mayor acceso a recursos tecnológicos le facilitaron posicionarse en ese puesto.
Su solidez y capacidad institucional se pusieron a prueba en 2020. En marzo de ese año se decretó la emergencia sanitaria nacional por la aparición del COVID-19, al mismo tiempo que unas 150,000 entrevistadoras y entrevistadores levantaban el XIII Censo de Población y Vivienda bajo condiciones atípicas no solo por el clima de inseguridad prevaleciente en amplias zonas del país, sino por la comprensible desconfianza de la ciudadanía a abrir las puertas de sus domicilios para proporcionar información básica, ante la alerta de salud.
La fiabilidad y certeza de las encuestas y estudios que reporta, la consolidan como una de las instituciones clave para conocer el crecimiento (o decrecimiento) y desarrollo económico en el país, con amplio reconocimiento en organismos pares en el mundo por la innovación de sus metodologías y modelos de información estadística.
El instituto ha perfeccionado sus métodos y creado recursos informativos indispensables para conocer en detalle diversos tópicos: desde el PIB, hasta las cifras de ocupación y empleo, la calidad gubernamental, cultura cívica, ingreso y gasto de los hogares, y los censos de población (que son útiles para la asignación de presupuesto), entre muchos otros productos que resultan un insumo fundamental para los usuarios de información.
Entre las encuestas que produce regularmente se hallan algunas que nos permiten profundizar en relación a la violencia contra las mujeres y el uso del tiempo.