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#Oteador | Calderón, el opositor

¿Qué tanto le puede aportar el expresidente a la alianza Va por México? ¿Qué tanto Calderón representa un liderazgo reconocido, un activo que permita fortalecer la endeble oposición mexicana?
jue 23 febrero 2023 06:07 AM
garcía luna y calderón
¿Puede un presidente desconocer las acciones que realiza uno de sus subordinados más allegados?, plantea Javier Rosiles Salas.

Justo en vísperas de que se declarara culpable a su exsecretario de Seguridad, Felipe Calderón intentó situarse –urgido-- como un insigne opositor al gobierno de la cuarta transformación. Genaro García Luna fue declarado culpable y el expresidente se reveló como antagonista.

El llamado a “reconstruir la oposición para salvar a México” de Calderón, expuesto en un extenso artículo publicado en el periódico Reforma, es una propuesta poco atractiva, una mezcla, si se quiere, entre ideas desfasadas, desactualizadas, y planteamientos ciertos, aunque difíciles de alcanzar en las actuales condiciones.

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Hay un dejo de nostalgia de aquel negado anhelo de construir su propio partido en compañía de su esposa, Margarita Zavala. Ambos hicieron un gran esfuerzo para registrar la asociación Libertad y Responsabilidad Democrática, ofertada como México Libre, como partido político nacional. El intento fracasó rotundamente cuando entre septiembre y octubre de 2020, primero el Instituto Nacional Electoral (INE) y luego el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le negaron el reconocimiento.

El llamado a reconstruir la oposición para competir en las elecciones presidenciales de 2024 no es nada nuevo ni de vanguardia. La preocupación para los disconformes con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no es el qué hacer, sino el cómo, y es ahí en donde queda a deber la propuesta calderonista.

“Urge una incorporación ordenada a los partidos. Que éstos se abran y que la ciudadanía participe”, sugiere Calderón. El problema es que la ciudadanía hace mucho que abandonó masivamente a los partidos, no son más el otrora vehículo privilegiado para participar, sino que se ha optado por otras vías.

Si en 2014 había nueve millones y medio de afiliados a algún partido en México, esto es, alrededor del 12% de la población del país, el número actual se situaría en los cinco millones y medio, ni siquiera el 6% de los mexicanos.

Lo que es más, Morena no reúne ni a medio millón de militantes registrados oficialmente, y el partido opositor más importante, Acción Nacional (PAN), con muchos apuros sobrepasa el 0.26% del padrón electoral que exige la ley para mantener el registro: sus afiliados son alrededor de 250,000, la base mínima es de 234,000.

¿Qué tanto le puede aportar el expresidente a la alianza Va por México? ¿Qué tanto Calderón representa un liderazgo reconocido, un activo que permita fortalecer la endeble oposición mexicana? Los dirigentes nacionales de PAN, PRI y PRD callaron. Silencio expresivo.

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Lo que no se puede negar es que en la propuesta hay dos verdades: 1) la única posibilidad de la oposición para aspirar a ganarle a Morena en 2024 es la generación artificial de dos polos: uno en torno del partido del presidente y otro conformado por PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano, y 2) hay una apremiante necesidad de trabajo territorial, un tema en el que hasta las “corcholatas” morenistas en lo individual ya llevan ventaja.

Luego de la propuesta no vino la calma. Calderón no solo fue asediado desde el pasado domingo por sus planteamientos opositores, sino sobre todo por la declaración de culpabilidad de García Luna por los cinco delitos por los que se le juzgaba en Nueva York: conspiración para la distribución internacional de cocaína, para la distribución y posesión de cocaína, para importar cocaína, delincuencia organizada y por hacer declaraciones falsas.

No existe antecedente de una situación parecida en la historia del país: un exfuncionario público de México, de tal nivel de responsabilidad, enjuiciado en los Estados Unidos y hallado culpable por narcotráfico y delincuencia organizada. El aluvión fue inevitable: ¿puede un presidente desconocer las acciones que realiza uno de sus subordinados más allegados?

La de Calderón parece ser una estrategia bien medida –precisa, no necesariamente exitosa-- que busca contener, o por lo menos suavizar, los naturales cuestionamientos generados a partir de la condena de García Luna. Un día convoca a la unidad opositora para evitar los males del populismo y al otro se desmarca del otrora súper policía mexicano.

“Desde ahora, en un entorno de polarización y hostigamiento, la decisión está siendo ya usada políticamente para atacarme, especialmente por quienes cuestionaron la decisión de mi gobierno de actuar en contra de la delincuencia”, escribe Calderón en una carta tuiteada el 21 de febrero a las 9:12 de la noche.

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En este segundo texto, no en su artículo, asegura que jamás negoció ni pactó con criminales, que luchó, sin tregua, contra la delincuencia. Llama a los mexicanos a no distraerse de lo fundamental: a no mirar lo que ocurre en las cortes de Estados Unidos, sino la violencia que se vive en el país.

En cuestión de horas, el expresidente Calderón pasó del artículo de opinión a la carta aclaratoria, de la crítica acérrima a la lisonja en busca de redención. Se situó a sí mismo como flamante opositor, a manera de cobijo, para exigir que no se haga “un uso faccioso de la justicia e intimidar a críticos y opositores”. Ya se verá el resultado.

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Nota del editor: el autor es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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