Es posible que eso sea suficiente, dado el monopolio de la arena pública que practica desde el primer día Andrés Manuel López Obrador. Habrá que sumar a eso la indiferencia absoluta al respeto elemental de las leyes electorales y, pues sí, es posible que el aval presidencial sea suficiente.
Pero en cualquier otro sitio no lo sería. Y no lo sería porque Claudia Sheinbaum carga con la responsabilidad de verdaderas tragedias. ¿Qué futuro tendría, en el escenario político nacional, un gobernante que ha sufrido la muerte de decenas de seres humanos en el sistema de transporte colectivo más importante de la ciudad? Ninguno. Y no es una exageración.
Pienso en un ejemplo mucho menor. En Los Ángeles, la carrera política de Eric Garcetti, el alcalde anterior, se terminó (al menos por ahora) porque no supo solucionar la crisis de la indigencia que afecta la zona.
No sufrió tragedia alguna, o al menos no del calibre de lo que ha ocurrido en la Ciudad de México con el Metro bajo Sheinbaum, pero sus errores fueron suficientes como para anular su futuro en cargos de elección popular.