Al ver a tantas personas reunidas en un teatro no pude más que preguntarme qué es lo que estamos haciendo mal que no hemos logrado un cambio significativo ni en la incidencia, ni en la percepción de corrupción en nuestro país.
México se encuentra estancado en el Índice de Percepción de Corrupción que, año con año, publica la organización Transparencia Internacional, con puntajes que oscilan entre los 28 y 31 puntos, del 2015 al 2021, año de la última medición donde obtuvimos una puntuación de 31 de 100 y nos ubicamos en la posición 124 de 180 países.
Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estimó que, en 2021, los costos por incurrir en actos de corrupción ascendieron a 9,500 millones de pesos, lo que equivale a más de 76 veces el presupuesto anual de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional Anticorrupción (SESNA), a quien le asignaron porco más de 123 millones de pesos en 2022 y que es el órgano de apoyo técnico del Comité Coordinador del SNA.
El mismo INEGI nos señala que, según resultados de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental, en 2021, 86.3% de personas consideran que los actos de corrupción son frecuentes o muy frecuentes en su entidad federativa.
Vista esta realidad, en nuestro país no tenemos nada que celebrar en relación al Día Internacional contra la Corrupción, acontecimiento creado por la ONU, con el objetivo de promover mensajes, campañas y acciones que resalten la importancia de prevenir y luchar contra la corrupción a nivel internacional.