Pero en la realidad ocurre que, en términos generales, el 45% de los trabajadores en México son pobres, lo cual es de suyo preocupante, qué duda cabe, pero es que los pequeños empresarios, es decir, los trabajadores por cuenta propia o que tienen un negocito, lo son en un orden del 54%. Entre las razones de esa diferencia entre unos y otros en favor de los trabajadores están por cierto, añadió Ríos, los aumentos que al salario mínimo se han aplicado en la actual administración de López Obrador.
Una de las virtudes de la economía, o más bien de la macroeconomía, es que te permite ver panorámica y comparativamente las realidades económicas en distintas sociedades, permitiéndote entonces ubicarte y cobrar consciencia de dónde estás parado.
Esta es una de las cualidades del libro de Viri Ríos, en donde lo hace extraordinariamente bien y me hace recordar además una anécdota personal un poco chusca o ridícula o yo no sé si tragicómica de cuando tuve oportunidad de vivir en Madrid, en donde compartía departamento con unos peruanos.
Ocurre que, ante un problema de fontanería que se nos presentó, tuvimos que acudir a los servicios de un plomero, que, al terminar, nos extendió el recibo con una cifra por cobrar bastante elevada. No habiendo tenido otra más que pagarle, y una vez que se retiró, uno de los peruanos montó en cólera lleno de indignación y desprecio (supongo que era alguien de clase media o clase alta en Lima, aunque en Madrid trabajara en la recepción de un hotel para sobrevivir y moría de ganas, eso sí, por adquirir la nacionalidad española), despotricando contra el pobre plomero español que nos había resuelto el problema afirmando a gritos que “por algo así, en Lima nos hubieran cobrado cualquier cosa”.
Es obvio que no se daba cuenta de dónde estaba parado, y que si en Madrid un plomero cobraba mucho más caro que un plomero en Lima (sin perjuicio de que los viera igualmente a los dos con el mismo desprecio de clase), era porque las estructuras económicas en uno y otro país son distintas, y un trabajador (por ejemplo un plomero) obtiene porciones distintas de la riqueza general de su respectiva economía según de cómo esté organizado el trabajo, la regulación, el sistema impositivo y toda la arquitectura institucional que la vertebra.