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México y su futuro en la encrucijada

La ubicación geográfica de México nos pone en una situación privilegiada ante el resto del mundo.
lun 29 agosto 2022 06:01 AM
México es el principal socio comercial de EU de enero a julio
El entorno global ha alineado todo para que México se consolide como una gran potencia exportadora, con cadenas mucho más sofisticada y una economía moderna, señala Don Porfirio Salinas.

México está ante una de las oportunidades históricas más importantes de su vida independiente para despegar y entrar en una ruta real de crecimiento y desarrollo sostenido.

El entorno global ha alineado todo para que México se consolide como una gran potencia exportadora, con cadenas mucho más sofisticada y una economía moderna, en línea con las tendencias internacionales de reconversión de diversas industrias.

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La pandemia, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y la guerra en Ucrania han acelerado el cambio del modelo globalizador a un modelo de regionalización. Un modelo en el que las grandes potencias económicas han entendido que deben diversificar sus fuentes de insumos.

Seguir dependiendo tanto de fuentes casi únicas, como lo hacía Estados Unidos de China, o como lo hacía Europa de algunas regiones cercanas, ha demostrado ser un riesgo importante que vulnera sus economías ante cualquier crisis imprevista, de la índole que se trate.

La ubicación geográfica de México nos pone en una situación privilegiada ante el resto del mundo. No solo es estar pegados al principal consumidor mundial. Es tener la posibilidad de ser un paso sencillo entre las diferentes regiones: de Europa a Norteamérica a América Latina a Asia y todas entre sí.

Esta coyuntura internacional ya está cambiando el juego de las inversiones a nivel mundial. Los grandes capitales llevan ya un par de años identificando esos nuevos destinos que les permitan planes a largo plazo, y la certidumbre que eso conlleva.

En México, si bien se ha mantenido un cierto ritmo de inversión, queda claro que estamos significativamente por debajo de los flujos históricos que deberíamos recibir ante esta coyuntura global. Es decir, estamos rezagados, perdiendo cada segundo las oportunidades del escenario internacional, así como la posibilidad de consolidar nuestro progreso.

La inversión en México sigue por debajo de los niveles de 2018. La inversión física como proporción del PIB bajó dos puntos porcentuales entre 2018 y 2021; la inversión fija bruta cayó 12% en este periodo; y la IED bajó casi medio punto.

Y en materia de crecimiento, más allá de la pandemia, los datos son devastadores. Estamos muy por debajo de lo que necesita una economía del tamaño de la mexicana, e incluso del promedio de los últimos cuatro sexenios. Según el CEESP, el nivel real del PIB se mantiene 9% por debajo de su tendencia de largo plazo y aún no recupera lo perdido desde 2019.

También con datos del CEES, se aprecia que a nueve trimestres de la pandemia, no hemos recuperado el nivel previo del PIB; mientras que muchos otros países de la región se recuperaron en tan solo cuatro trimestres.

Si bien somos privilegiados, no somos los únicos con atractivo para los inversionistas. Muchos países han entendido esta coyuntura y se han avocado a construir planes para materializarla. Desde Vietnam en Asia, Colombia en América Latina y muchos otros en las diversas regiones.

La gran barrera que hemos construido en México es el estar anclados en visiones anacrónicas del país y del mundo. Esto ha llevado a políticas gubernamentales anticlimáticas, basadas en preconcepciones equivocadas de un mundo que ya no existe.

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Lamentablemente, las políticas de la actual administración, junto con su narrativa antiempresarial, han mermado profundamente la certidumbre que todo inversionista requiere para llevar su capital. Y no ha sido solo por la pandemia, las malas decisiones venían desde antes de esta crisis.

Llevar a la práctica visiones ideologizadas deterioran la posibilidad de México para sobresalir. No solo son las malas decisiones económicas en el sector energético, o la falta de incentivos y apoyos a las empresas para su recuperación.

Son también las malas decisiones en materia educativa y de salud, que están destruyendo el porvenir de las actuales y próximas generaciones. Así como los intentos centralistas y antidemocráticos que debilitan instituciones fundamentales para el país.

El gobierno mexicano va a contracorriente con el mundo, en un momento crucial e histórico en el que de la calidad de sus decisiones definirá si tomamos la oportunidad y despegamos, o si nos condenamos a la medianía, más cerca del retroceso que del estancamiento. Hoy, vamos en la segunda.

Para aprovechar esta coyuntura ideal para inversiones, empleo, crecimiento y desarrollo de los mexicanos, necesitamos un gobierno consciente de esta realidad, capaz de entenderla, y de comprender su rol histórico en ella.

México puede ser una historia de éxito nuevamente. Para lograrlo, debemos apostar por las instituciones, por un gobierno facilitador y rector, por una agenda de avanzada en derechos sociales, por un modelo económico sustentable, por la inclusión, pero sobre todo, por el respeto.

Nos estamos jugando el presente y el futuro de México, no solo de las generaciones actuales sino de, al menos, las dos venideras. De nosotros como sociedad depende que en 2024 corrijamos el rumbo, tomando acciones desde ahora.

¿Queremos seguir en un pasado distorsionado, o queremos construir un futuro de progreso? Esa será la definición que deberemos tomar en las urnas, y para eso debemos empezar a prepararnos desde ya.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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