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#ColumnaInvitada | Migrantes: diagnóstico claro, soluciones lejanas

La muerte de migrantes en el mundo está inundado el mundo académico, aunque, en términos generales, hay claridad en que el Estado es el gran responsable de este grave problema humanitario.
mar 05 julio 2022 11:59 PM
(Una pareja de migrantes se abraza mientras son detenidos por tropas de la Patrulla Fronteriza y la Guardia Nacional de EE. UU.)
En términos generales, hay claridad en que el Estado es el gran responsable del grave problema humanitario en el escenario de la migración global, señala Javier Urbano Reyes.

De la muerte de las poblaciones migrantes en el mundo están inundados el mundo académico, los noticiarios, las redes sociales y las mesas de análisis. Todos y cada uno de los actores interesados han coincidido, con sus diferentes énfasis, en que este grave problema se origina por muchas razones, entre las que destacan:

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- En que sí hay una política migratoria de parte de los países de origen, tránsito o recepción, por lo que el cuestionamiento es sobre la intencionalidad de la misma, es decir, lo que sí enuncia esa política: restrictiva, represiva, de contención, que clandestiniza las iniciativas de organización, protección y autocuidado de las propias poblaciones migrantes (las caravanas); que somete al refugio a un proceso de desgaste a través del uso de figuras intermedias o alternativas; que le restan capacidad de cobertura, siempre a la medida de los intereses de los estados, espacialmente las naciones ricas, por cierto, las que menos responsabilidad han asumido por estas personas.

- Por otro lado, hay un razonable consenso sobre lo que quiere integrar la política migratoria actual de los países receptores: no desea migrantes pobres de naciones pobres; no quiere refugiados, dejándole la función de oficina de solicitud a las naciones vecinas con el uso de conceptos jurídicamente cuestionables como tercer país seguro; promueve el ingreso de migrantes altamente calificados, lo que tácitamente los exhibe como países que piratean recursos humanos sin pagar un dólar por el proceso de formación de estos inmigrados.

En términos generales, hay claridad en que el Estado es el gran responsable del grave problema humanitario en el escenario de la migración global. La muerte de decenas de migrantes en Texas en recientes días es un patrón de conducta del crimen organizado que se ha repetido en Hungría, Tailandia, Austria y un largo etcétera, y que se origina en gran medida en la ausencia (¿declinación?) del Estado para asumir la responsabilidad por un fenómeno social con una lectura nueva y con herramientas distintas visto el impacto de las estrategias actuales.

Hay diagnóstico claro. Lo que no es claro en ningún sentido es la voluntad del sistema de naciones por acometer otra forma de atender esta situación. Pongamos algunos ejemplos que podrían ser el inicio de una nueva política migratoria:

- Igualar la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) con las remesas. El dinero que envían anualmente los migrantes a sus países de origen se ubica entre 500,000 y 600,000 millones de dólares, mientras la AOD apenas se ubica en el rango de los 140,000 millones de dólares. Si la idea es retener a los potenciales nuevos migrantes, el aumento de los recursos que llegan a las familias podría ser un buen inicio.

- Recuperar los esquemas de movilidad temporal con las mejoras necesarias. El Acuerdo Braceros (1942-1964) movilizó en este periodo a cerca de 5 millones de trabajadores mexicanos. Este modelo se replicó en decenas países en el mundo con diversos resultados. Recuperar la temporalidad en la migración supone integrarlos a esquemas legales y esta integración tiene un efecto decisivo, es decir, arrancaría de las manos del crimen organizado a los y las migrantes, quienes hoy son una de las mercancías de mayor plusvalía para los traficantes.

- Establecer mecanismos armonizados de persecución de delitos contra migrantes, entre las naciones conectadas por estos movimientos. Un acuerdo regional de lucha contra la trata, tráfico y delitos conexos entre México, Honduras, El Salvador y Guatemala establecería una acción única que enviaría un mensaje claro a los delincuentes.

- Anclar las políticas migratorias al desarrollo enunciadas en la Agenda 2030. Este instrumento ha puesto sobre la mesa la necesidad de integrar a los y las migrantes a los procesos de desarrollo. Delegar la fusión de vigilancia al relator de la ONU para la migración, ayudaría a definir una política de vigilancia y monitoreo hacia naciones que no cumplen con la encomienda de darle cabida a las poblaciones migrantes a las acciones de bienestar. Multilateralizar la agenda migración-desarrollo con un vigilante que pudiera emitir informes anuales en la materia sería un inicio muy prometedor.

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Sólo planteamos cuatro de muchas alternativas que se pueden sugerir a fin de atender de otra forma, con otros instrumentos y con otra visión a las poblaciones en movimiento internacional. La dificultad para que operen en la realidad pasa por la voluntad estatal, esa voluntad que no aparece en la vista del aumento exponencial de desaparecidos, muertos y secuestrados que diariamente inundan las noticias en los medios de comunicación en el mundo.

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Nota del editor: Javier Urbano Reyes es profesor e investigador del Departamento de Estudios Internacionales (DEI) de la Universidad Iberoamericana (UIA), académico de la Maestría en Estudios sobre Migración (MEM) del DEI-UIA. Escríbele a javier.urbano@ibero.mx Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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