Alrededor de una fuente hay 21 cruces, con los nombres de los 19 niños y las dos maestras asesinadas. Desde el miércoles, el día después de la tragedia, la gente comenzó a rodear las cruces de flores, mensajes, cartas, y pequeños juguetes de peluche. Para la víspera del fin de semana, cada cruz estaba ya cubierta en una montaña de condolencias, recuerdos y dolor.
La noche del viernes, antes de irme de Uvalde después de varios días de cobertura, me senté en una banca frente a la cruz de Amerie Jo Garza, una niña de 10 años que había tenido la valentía de tratar de llamar al 911 para pedir el ingreso de la policía. El asesino le respondió a balazos. El jueves hablé con su abuela, que la crió como suya. El dolor de la charla fue inconmensurable, de verdad.
Ese viernes, sentado en esa banca, comencé a mirar detenidamente el altar de Amerie Jo. Mis ojos repararon en un detalle. Mírelo usted, ahí abajo, a la derecha de la imagen. ¿Ve usted un pequeño perrito azul de peluche? Es el protagonista de un programa llamado “Pistas de Blue”. Alguien había puesto un perrito así en el mismo lugar en las 19 cruces de los niños.