Decenas de seres humanos, atrapados sin la posibilidad de escapar, ahí dentro, sin ventilación ni acceso adecuado a agua. Las horas pasan y el aire se acaba.
De pronto, alguien da un último suspiro. Luego muere alguien más. Y luego otro.
Y así hasta contar más de 50 muertos. Se sumarán decenas de heridos, entre ellos niños.
Imagine usted la desesperación. Difícil pensar en una peor manera de morir.
Para México, la tragedia de San Antonio es particularmente alarmante. La mayor parte de los migrantes muertos eran mexicanos. Esto confirma una tendencia insoslayable: la migración mexicana a Estados Unidos, que durante años estuvo contenida, ha vuelto a explotar. Las condiciones de vida en México –la inseguridad, la economía precaria, las consecuencias de la pandemia– están llevando a los mexicanos una vez más a emigrar, para buscar nuevas oportunidades lejos de su país, que simplemente no las provee.