Los datos para el periodo 2008-2021 muestran que estos indicadores han disminuido a lo largo del tiempo. Por esta razón, el número de democracias “defectuosas” se ha incrementado (53), al igual que el número de regímenes híbridos (34).
Dicho estudio muestra que, para el caso de Latinoamérica, la democracia ha sufrido reveses importantes. Cuba, Venezuela y Nicaragua son calificados como regímenes autoritarios, mientras que México, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Guatemala y El Salvador perdieron su status de democracias “defectuosas”, para ubicarse como regímenes híbridos.
Recientemente el presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) en México dijo mediante un video que circula en redes sociales: “Las democracias están siendo criticadas por su falta de capacidad para gobernar en condiciones de pluralidad y mejorar las condiciones de desarrollo de las sociedades contemporáneas. La falta de atención a los problemas, generan inconformidad y las sociedades perciben que los problemas estructurales se han agudizado”.
Luego añadió que: “La ciudadanía pierde interés en las elecciones porque percibe que sus problemas y necesidades, lejos de resolverse, en algunos casos se profundizan”.
El video tiene el propósito de “convocar a participar en un foro internacional en defensa de los sistemas democráticos y de los órganos comiciales, con el objetivo de hacer frente al avance de los regímenes autoritarios”. Los datos en los que se apoya la preocupación de Lorenzo Córdova son los de la Encuesta Mundial de Valores (EMV), en la cual se documenta que “tan solo el 6% de los mexicanos está satisfecho con la actuación del sistema político”. Hoy menos gente apoya a la democracia y cada vez más la gente busca un poder concentrado y fuerte.
Moisés Naím en su reciente libro, “La revancha de los poderosos”, añade que ese poder hoy se sostiene en “3 P´s: populismo, pos-verdad y polarización”. Estas variables explican la forma en que los políticos ejercen el poder y tienen en jaque a las instituciones democráticas tradicionales.
Aún cuando esta correlación es clara, el error de muchos analistas estriba en que ponen más atención en la forma en que los poderosos gobiernan, que en las condiciones estructurales que determinan que esos personajes puedan actuar como actúan.