El tema fundamental de la gira, implícito en cada reunión bilateral, fue el problema migratorio. AMLO afirmó que “la pobreza, la desigualdad, la postración del campo, la desintegración social, la marginación y la negación histórica de derechos efectivos para las mayorías, son las circunstancias que dan origen a la migración y a la delincuencia, a las adicciones y a la violencia. La otra cara de la moneda es el desarrollo y la paz social”.
También comentó, en tono de reproche, que Washington ha retrasado la entrega de 4,000 millones de dólares solicitados a Joe Biden, lo que refleja la falta de apoyo del vecino del norte. De igual forma, señaló que, ante esta ausencia, la iniciativa debería salir de los países de la región.
Por su condición geopolítica estratégica, por sus antecedentes históricos, tamaño, condición religiosa, cultural e incluso lingüística, México está obligado a desarrollar relaciones constructivas con todos los países del continente americano. En el vecindario del Caribe y el Golfo de México, el diálogo con los Estados Unidos y la isla de Cuba, forma parte de una necesidad natural.
Nuestro país ocupa un territorio nodal, en el que la identidad iberoamericana hacia el sur del continente, junto con su ubicación como integrante de Norteamérica, hacen que seamos en más de un sentido, el centro de América, bisagra y plataforma para una visión prospectiva compartida.
Debemos recordar que la gira por Centroamérica ocurre en un momento internacional delicado, cuando las tensiones provocadas por la guerra en Ucrania requieren que seamos especialmente cuidadosos en nuestra relación de armonía con los Estados Unidos. En este tipo de contextos históricos, Washington suele ser sumamente sensible para identificar a quienes dejan de ser solidarios, incluso en los más pequeños detalles.