Pues bien, en México, específicamente en Monterrey y su Zona Metropolitana este escenario apocalíptico que tanto hemos alertado, el que parecía lejano, ya sucedió aquí donde vivimos 5.3 millones de personas. En la segunda ciudad más importante de México, aquí donde además, su actividad industrial y su aportación a la producción y la economía nacional es fundamental.
Por eso Monterrey ha instalado la primera Oficina del Calor Extremo del país, con financiamiento internacional del Centro de Resiliencia de la Arsht-Rockefeller Center. La primera acción después de que Luis Donaldo Colosio, Alcalde de Monterrey, hiciera la Declaratoria de Emergencia Climática en 2021 en el marco de la COP.
Para muestra de la crisis que enfrentamos, dos botones. El 2021 fue el año más caliente en la historia de Nuevo León, y además enfrentamos una crisis hídrica sin precedentes, según datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). Las consecuencias están documentadas, según el estudio "Heat-related mortality: a review and exploration of heterogeneity", el cual mostró que existe un incremento de 18.8% de mortalidad por cada grado centígrado de incremento en temperaturas por encima de 31 grados centígrados en la ciudad. Esta tasa, al considerar la exposición a los contaminantes PM10 y O3 puede subir hasta 20.4% de aumento por cada grado.
Es por ello que estudios recientes pronostican que en 2022 las muertes por enfermedades respiratorias en Monterrey podrían incrementar en un 17.6% por cada grado centígrado de aumento en calor encima de la línea base, así como las muertes por enfermedades no respiratorias podrían elevarse en un 49.3% por cada grado de aumento. Es un problema eminentemente urbano, que debe trabajarse desde el territorio. En 2020, el 96% de la población de Nuevo León vivía en localidades urbanas, las cuales son más vulnerables a los efectos del calor extremo.