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#ColumnaInvitada | Gobierno de AMLO: caminar sobre hielo delgado

El punto de no retorno puede estar muy próximo y dejarnos a los mexicanos con un país sin controles democráticos y con inseguridad, violencia e injusticia exacerbadas.
lun 17 enero 2022 06:30 AM
CDMX COVID
La población mexicana enfrenta adversidades en 2022.

Es evidente que los problemas del país son muchos y serios. También lo es que durante muchos años distintos gobiernos han propuesto programas y trabajado para tratar de abatirlos. Se han logrado aciertos y cometido errores. Hemos tenido muchos gobernantes con balances diferentes. Pero en este periodo a partir de 2018 hemos visto algunas cosas inéditas – temas que no se habían presenciado y que rayan entre lo ridículo y lo peligroso.

El caso concreto es que estamos presenciando una doble combinación de políticas públicas y decisiones políticas altamente lesivas y preocupantes. Por un lado, el militarismo creciente y, por el otro, la convivencia abierta con la delincuencia organizada. Estamos viendo frente a nuestros ojos cómo la susodicha Cuarta Transformación se ha convertido en los hechos en una pandemia de malas decisiones, una virulenta forma de socavar los basamentos institucionales nacionales, y una terrible herencia para los habitantes del país que estamos viendo cómo se diluyen nuestras libertades esenciales por caprichos personales.

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Alguien podría decir que sobre estos temas ya hemos escrito antes, o que en otras fuentes se ha platicado de los mismos. Y es cierto, pero ante la gravedad de los hechos y nuevos acontecimientos en la materia, no podemos sino ser enfáticos de los riesgos que se corren y que hay que mitigar y modificar antes de que sea demasiado tarde.

En cuanto al militarismo, debemos entender que la apuesta frenética del Presidente por dar cada vez mayor cobertura a tareas a cargo de las fuerzas armadas no es solamente un tema de que se ejecuten por sumisión al jefe supremo militar. También lo es por una misión perversa y de complicidad recíproca, pues al trastocar la institucionalidad castrense se les arrima a las mieles económicas a cambio de que como titulares de los bienes en construcción u operación se conviertan en garantes políticos de su estructura y operación en futuras administraciones. Es decir, el Presidente pretende perpetrar sus decisiones irracionales (en contra de la ley) haciendo a los militares “dueños” de lo que construyen (por cierto, con toda opacidad) y que así los poderes civiles futuros no puedan (aunque sea la definición democrática la que deba imperar) modificar sus caprichos. Vaya perversidad y desapego a la Constitución y el Estado de Derecho.

Tan o más preocupante es la manifiesta y despiadada definición del gobierno populista de convivir y trabajar de la mano de la delincuencia organizada. No estamos hablando de las complicidades tácitas en gobiernos pasados en que por intereses económicos se permitían ciertas actividades (como en temas de distribución de drogas). No. Aquí ya estamos frente a colusiones que involucran la penetración completa del aparato de gobierno a través de organización electoral, selección de candidatos, financiamiento de campañas, determinación conjunta de puestos de funcionarios, y al final del día una fusión en que ya no es posible distinguir entre unos y otros.

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El problema de esta serie de decisiones es que las implicaciones no son solamente muy preocupantes ahora, sino que involucran una contaminación y demolición que no será fácil reparar en mucho tiempo. De hecho, de seguir la ruta de derruir al servicio civil (con la invasión de actividades por fuerzas armadas) y de abrir los espacios a la delincuencia organizada (pues en sus propias expresiones se portaron bien en los comicios de junio de 2021), el punto de no retorno puede estar muy próximo y dejarnos a los mexicanos con un país sin controles democráticos y con inseguridad, violencia e injusticia exacerbadas.

Este puede bien ser el peor legado de la 4T ( Ricardo Pascoe dixit ) y nos puede implicar que en 2024 la selección de la persona que haya de ser electa como titular del Ejecutivo Federal corresponda a la delincuencia organizada ( Beatriz Pagés dixit ). Así de graves las cosas en el país.

La cruda realidad es que estamos ante una coyuntura muy preocupante. No se advierte en las decisiones del gobierno federal ánimo alguno de corrección. Por el contrario, la obsesión de ir por esta ruta es manifiesta evidencia de que quieren los resultados a la vista. Están dispuestos a derruir todo lo que signifique posibilidad de rescatar al país de las decisiones tan lesivas para el desempeño económico, social y legal del país. El fin justifica los medios, aunque se pisotee la Constitución y cualquier vestigio de la institucionalidad que tanto costó construir.

Estamos caminando por una brecha de sumo peligro. Así es que a la ciudadanía corresponde fijar un alto en el camino y exigir parar este perverso comportamiento del Presidente. Para variar a los que más afectará es a quienes dijo querer proteger y que al parecer solamente engañó por su infinito egocentrismo y deseo de acumulación de poder. Pero en estos temas muy probablemente nos jugamos el resto del país. Estamos pisando hielo delgado y se escucha el crujir ante la delgada capa de agua congelada que nos separa de un profundo abismo.

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Notas del editor:

Juan Francisco Torres Landa es Miembro Directivo de UNE.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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