Desde que se dio la alternancia presidencial en México, hace más de 20 años, no se había tenido un Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) con tan pocos votos a favor por parte de los diputados como el que se aprobó, esta semana, en San Lázaro. ¿Qué implicaciones tiene este hecho? En primera instancia, es importante tomar en cuenta que el PEF, documento en donde se establece cómo serán gastados los recursos públicos, es uno de los productos legislativos más relevantes que hay. Su aprobación, facultad exclusiva de la Cámara de Diputados, sigue, básicamente, tres pasos: presentación por parte del Ejecutivo Federal, por medio, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; dictaminación en la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, y; discusión en el pleno, teniendo que ser aprobado, por ley, a más tardar el 15 de noviembre de cada año.
En las últimas dos décadas, el apoyo legislativo promedio a los planes presupuestales del Ejecutivo ha sido de 403 votos, lo que representa el 80% de la totalidad diputados. Durante este tiempo, Enrique Peña es el presidente con el récord de la mayor cantidad de votos favorables para un proyecto de presupuesto de egresos. Discutido en 2013, para ser ejercido en 2014, este PEF obtuvo un total de 466 votos a favor (93% de los diputados lo apoyaron). El mismo Peña es el presidente con el mayor promedio de respaldo a sus seis proyectos anuales (456 votos), seguido por Felipe Calderón (440 votos) y Vicente Fox (392). Antes del actual sexenio, el nivel más bajo de votación alcanzado por una votación presupuestal se registró a la mitad de la administración de Vicente Fox, cuando al presidente le aprobaron su proyecto de gasto para 2004 con únicamente 323 votos (65% de respaldo).