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#BuróParlamentario | La polarización legislativa en la votación del presupuesto

Al no lograrse un Presupuesto de Egresos negociado, en 2022 la “4T” tendrá la responsabilidad entera del desarrollo económico del país.
lun 15 noviembre 2021 11:59 PM
Ignacio Mier y morenistas en Cámara de Diputados
Ignacio Mier (centro), coordinador del Grupo Parlamentario de Morena, celebró el presupuesto 2022, dijo que triunfó la razón técnica, presupuestal y la razón social que el pueblo de México les otorgó en las urnas.

Desde que se dio la alternancia presidencial en México, hace más de 20 años, no se había tenido un Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) con tan pocos votos a favor por parte de los diputados como el que se aprobó, esta semana, en San Lázaro. ¿Qué implicaciones tiene este hecho? En primera instancia, es importante tomar en cuenta que el PEF, documento en donde se establece cómo serán gastados los recursos públicos, es uno de los productos legislativos más relevantes que hay. Su aprobación, facultad exclusiva de la Cámara de Diputados, sigue, básicamente, tres pasos: presentación por parte del Ejecutivo Federal, por medio, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; dictaminación en la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, y; discusión en el pleno, teniendo que ser aprobado, por ley, a más tardar el 15 de noviembre de cada año.

En las últimas dos décadas, el apoyo legislativo promedio a los planes presupuestales del Ejecutivo ha sido de 403 votos, lo que representa el 80% de la totalidad diputados. Durante este tiempo, Enrique Peña es el presidente con el récord de la mayor cantidad de votos favorables para un proyecto de presupuesto de egresos. Discutido en 2013, para ser ejercido en 2014, este PEF obtuvo un total de 466 votos a favor (93% de los diputados lo apoyaron). El mismo Peña es el presidente con el mayor promedio de respaldo a sus seis proyectos anuales (456 votos), seguido por Felipe Calderón (440 votos) y Vicente Fox (392). Antes del actual sexenio, el nivel más bajo de votación alcanzado por una votación presupuestal se registró a la mitad de la administración de Vicente Fox, cuando al presidente le aprobaron su proyecto de gasto para 2004 con únicamente 323 votos (65% de respaldo).

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Las iniciativas de presupuesto de egresos para la federación presentadas desde 2018 por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador son las que más bajos niveles de aceptación han tenido en la historia moderna del sistema político mexicano, con un promedio de 300 votos (60% de la asamblea). Con ello, se pueden ubicar a los presupuestos de AMLO con más de 100 votos por debajo del promedio. Apenas entrado AMLO al gobierno, comenzó a observarse un escenario de polarización partidista en las votaciones presupuestales de San Lázaro. En el proyecto de PEF 2019, que se discutió en noviembre de 2018, todos los integrantes de PAN, PRI y MC votaron en contra. Esta iniciativa, sin embargo, consiguió el apoyo de la mayor parte de los legisladores del PRD (11 de 20) así como 9 de 11 votos del PVEM.

Dentro de la coalición gobernante (Morena-PT-PES), todos los diputados votaron en bloque para apoyar el proyecto de AMLO, mientras que prácticamente todos congresistas del PES avalaron la propuesta. La única legisladora del bloque oficialista que votó contra el proyecto de egresos del presidente en aquel año fue Adriana Paulina Teissier Zavala (PES).

De la votación para el presupuesto de 2020 no se tiene registro nominal, ya que se gestionó en sesión dentro de la Expo Santa Fe, un foro habilitado como sede alterna de la cámara debido al bloqueo de los accesos por grupos de manifestantes. Sin embargo, sabemos que los bloques de gobierno y oposición se mantuvieron bastante cohesionados en sus posturas contrarias. Para el presupuesto de 2021, votado en noviembre de 2020, el único legislador de oposición que votó a favor fue Oscar Bautista Villegas (PRI). Asimismo, se registró el caso de un integrante de la llamada “4T” que votó en contra: Eraclio Rodríguez Gómez (PT).

Estas tres votaciones sirven como antecedente directo de la votación más reciente, que comenzó el 10 de noviembre y que se extendió, en su discusión general y particular, durante más de 42 horas. Por primera vez en más de 20 años se dio una cohesión absoluta de las bancadas, al no haber ni un solo legislador de oposición que votara a favor del proyecto; asimismo, ningún integrante de las bancadas de “Juntos Hacemos Historia” votó en contra. Es por demás llamativo que, de 1,994 reservas registradas por la oposición, una cifra récord, ni una sola fue aprobada. Al final, el PEF 2022 fue aprobado, en lo general, con 275 votos en pro, 219 en contra y 3 abstenciones (las tres de diputados de MC). La cohesión fue tal que, contrario a lo que suele ocurrir, únicamente hubo tres ausencias al momento de la votación.

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Desde que AMLO tomó las riendas del gobierno federal, existe una tendencia hacia la polarización en las votaciones por el presupuesto de egresos. Las mayorías de los legisladores oficialistas han podido controlar el proceso desde la etapa de comisión, pues al no sufrir cambio alguno en esta etapa del proceso (gracias a que Morena-PT-PVEM reúnen la mayoría dentro de la comisión de presupuesto), los dictámenes que se votan en el pleno terminan siendo calcas perfectas de los proyectos presentados por el Ejecutivo. Antes de 2018, existía una lógica en la que el presidente proponía un proyecto de gasto y los partidos, los gobernadores e incluso otros intereses entraban en el juego de la repartición de los recursos generando así un entramado de intercambios que convertía al presupuesto de egresos en un evento fundamental para la estabilidad y la gobernabilidad del país año con año. Sin embargo, ahora que la matemática parlamentaria está a favor del presidente, el Ejecutivo no tiene incentivos para entrar en negociaciones.

Si bien es cierto que Morena y sus aliados no violan ningún principio normativo al aprobar el presupuesto en los términos del presidente, es importante mencionar que asumen riesgos que posiblemente no estén dimensionando. El primero es que, al no ser un presupuesto negociado, en la “4T” recae la responsabilidad entera del desarrollo económico del país, así como del desempeño de la administración pública. Asimismo, la cerrazón absoluta a cualquier propuesta de cambio por parte de la oposición, que podría traer algún beneficio a la ciudadanía, hace que Morena incurra en importantes costos político-electorales a futuro, pues parece ser que le importa más hacer notar su músculo legislativo que buscar negociar para alcanzar consensos amplios.

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Nota: Sergio A. Barcena es doctor en Ciencia Política por la UNAM. Especialista en Poder Legislativo. Investigador del Tec de Monterrey y director de la asociación Buro Parlamentario.

Buró Parlamentario es una asociación civil que busca vigilar al Poder Legislativo promoviendo una ciudadanía informada, activa y participativa.

Twitter: @BuroParlamento

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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