De manera sumisa y con una abyección temeraria, Echevarría sin decir pío y, por el contrario, contento de sumarse a las filas del hermano de Pío, contestó:
“Con todo gusto nos vamos a incorporar a su gobierno, para aportar lo mucho o poco que sabemos, por el bien de Nayarit y por el bien de todo el país (...), todavía no sabemos (a qué área), él tomará la decisión”.
La señal es clara, si lo que buscas es perdón y conversión, ya saben que ya están repartiendo boletos para la fila bautismal.
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La claudicación como regla
Echevarría se une a la lista de gobernadores que no metieron las manos por sus electorados ni por sus partidos, sino todo lo contrario, entregaron en bandeja de plata sus estados a la 4T. Y bueno, ni su herencia política y empresarial fue suficiente para sacar cara frente al lopezobradorismo.
Antonio Echevarría es integrante de una familia propietaria de empresas distribuidoras de bebidas azucaradas, de automóviles y de servicios diversos.
Sería bueno que el presidente nos diga si su decisión de incorporar a Echevarría tiene que ver algo con que su familia es la poderosa propietaria de la empresa distribuidora de una de las bebidas azucaradas que más se consumen en el occidente del país, ni más ni menos que Coca-Cola. ¡El refresco del pueblo diría el presidente!