Aunque ilusamente pensamos que habría congruencia entre el diagnóstico del país y las acciones a implementar, esto no se dio así porque él partía de premisas distintas. Ahora, nos toca desenmascarar y robustecer la semántica correcta de lo que presentaron como agendas centrales. A continuación, propongo lo que nos dijo en distintos supuestos y rubros, y su verdadero significado.
1. Primero los pobres (en número): en lugar de ser prioridad para atenderlos, la finalidad era crecer su número para tener a más personas dependientes de sus programas clientelares y, por lo tanto, electorales.
2. Balazos y abrazos (a algunos): nunca se pensó en mejorar la seguridad. Tenemos ya el sexenio más violento de la historia, y con los peores niveles de violencia. Se abraza, no se ataca a la delincuencia.
3. Acabar la corrupción (que no sea propia): no hay una sola persona (salvo adversarios políticos) procesada por casos de corrupción. No hay realidad en el propósito. Además, se tolera a todos los corruptos cercanos.
4. No militarizar al país (salvo en casi todo): se dijo que a la milicia se le mantendría al margen de tareas ajenas a sus fines. Ahora, nos enteramos que no hay tareas en las que no se les involucre. El regreso a los cuarteles ahora tomará décadas y con costos de increíble calado.
5. Austeridad republicana (aunque sea suicida): la reducción de gastos no se hizo para ahorrar, sino para destruir y depredar la capacidad de gestión gubernamental. Se ha dejado a las dependencias en sus huesos y, por lo tanto, no pueden actuar. Todo a la deriva.
6. Sistema de Salud como en Dinamarca (del siglo XIX): el Seguro Popular era una gran institución que abarcaba a millones de mexicanos. Hoy ya se perdió cobertura en al menos 5 millones de personas. Si acaso estamos con un sistema danés, pero de hace dos siglos.