No sabemos por qué la gran mayoría de los fideicomisos siguen en pie, ni hasta cuándo lo estarán. De hecho, del total de 281 fideicomisos, solo se han extinguido 11. En términos monetarios, esto significa que solo se ha recuperado el 2% de los recursos que se debían recuperar por la supuesta extinción de los fideicomisos. Casi nada.
El gobierno dijo que los fideicomisos iban a desaparecer por su opacidad, pero siguen tan vivos como siempre. Más aún, siguen recibiendo dinero del gobierno. En 2021 se aprobó darle 37 mil millones de presupuesto a distintos fideicomisos, lo equivalente a casi el doble del presupuesto del programa Jóvenes Construyendo el Futuro.
Los fideicomisos siguen recibiendo dinero público sin que nada haya cambiado. Al menos 120 de ellos siguen siendo administrados por bancos privados, principalmente por el Banco Santander, quien, por cierto, también maneja la Centra de Abasto. No existe evidencia de que haya habido renegociación de las cuotas que cobran los bancos por manejar los fideicomisos –una de las principales quejas que existían por parte del gobierno de López Obrador.
Peor aún, tampoco tenemos información de cómo se logrará tener suficiente presupuesto para mantener las funciones que realizan los fideicomisos cuando éstos sean eliminados. O de por qué, si Morena (a nivel federal) piensa que todos los fideicomisos deben ser erradicados, Morena en CDMX no parece pensar lo mismo. En la Ciudad de México, por ejemplo, nadie está planeando eliminar el fideicomiso de la Central de Abasto.
Mientas platicaba con los marchantes, diableros y comerciantes de la Central de Abastos, algo me quedó muy claro. Ellos saben perfectamente que, con el tema de los fideicomisos, López Obrador está haciendo lo que mejor sabe hacer: pretendiendo que está resolviendo un problema crítico del país de un plumazo, sin hacerlo. O, pero aún, asumiendo que es posible hacerlo sin tener la capacidad para siquiera lograr lo que se propone.