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#ZonaLibre | ¿Tiene esperanza la política mexicana?

Parece una pregunta sencilla de responder, pero ante la actual situación, cabe reflexionar con detenimiento; lamentablemente, la poca participación de los jóvenes aleja la esperanza.
jue 27 mayo 2021 12:01 AM
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Se prevé un gran abstencionismo este 6 de junio.

La política es un juego de estrategia, donde siempre ganan los que predicen lo que sucederá el día de mañana.

En nuestro país las elecciones del próximo 6 de junio están en un ambiente de total incertidumbre. Por ser éstas elecciones sin candidatos a la Presidencia de la República, suelen ser menos participativas, hay menos mística y emoción en el electorado y las campañas han resultado mucho menos atractivas, en parte por la pandemia que sigue haciendo estragos.

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Pero una de las situaciones que más proliferan es el descrédito que están sufriendo las empresas encuestadoras durante este proceso inédito. En esta guerra de sondeos, simplemente, las casas encuestadoras no logran ponerse de acuerdo y, lamentablemente, sus números no nos permiten tener claro quiénes son los candidatos líderes que van a la cabeza en los distintos estados donde cambiarán de gobierno. Tampoco se sabe si Morena mantendrá el dominio de la Cámara de Diputados o le será arrancado por la oposición.

Sin embargo, a pesar de la vacilación que se vive, hay factores que no pueden ser escondidos, en todos los levantamientos de opinión hay un número que impera: el de los indecisos, pues su número es enorme.

Un estimado amigo que nunca ha participado en campañas políticas y su trabajo diario está muy alejado de ese ambiente, me preguntaba en días pasados: “Desde tu punto de vista, ¿tiene esperanza la política mexicana?”.

Al principio pensé que era una pregunta sencilla de responder, pero entre más imágenes corrían por mi cerebro de la actual situación, me di cuenta que esa pregunta tiene que ser pensada, examinada, reflexionada y escudriñada con detenimiento.

Las campañas de este 2021 nos han mostrado que hay un enojo muy evidente en la sociedad. Los ánimos se han crispado durante el encierro anual y las calamidades económicas hacen que muchas personas eviten el tema electoral. Esto no me lo podrá negar ningún candidato que diariamente toque puertas y visite colonias o poblados.

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Un gran cúmulo de personas ha decidido cerrar sus oídos y su voluntad para escuchar más promesas. Para muchas de estas personas todos, absolutamente todos, los candidatos son iguales, sin importar el partido o la ideología.

Y no están muy equivocados. El deterioro de la función política es evidente, uno de los síntomas más fuertes es la facilidad que han tenido los candidatos de cambiarse de un partido a otro, sin que esto les cueste un solo gramo de vergüenza. La creación de monstruos como el que cometieron el PRI, PAN y PRD con su alianza “Va x México” denota que las ideologías hace mucho tiempo que no tienen ningún valor.

El pragmatismo que se vive actualmente está basado en el odio y la polarización, dos antivalores a los que recurre comúnmente el presidente de la República en sus mañaneras.

¿Tiene esperanza la política mexicana? ¡Debería de tener! Sin embargo, un gran problema que podemos analizar a unos cuantos días de la elección más grande de la historia es la falta de cuadros jóvenes que en otras ocasiones habían irrumpido con fuerza y se unían a uno u otro partido por los valores e ideas que promovían. Lamentablemente, la nueva generación cada vez adolece de contar con líderes morales que los motiven a participar activamente.

Eso es una desgracia, pero también una oportunidad. La política mexicana no tiene que estar basada en las campañas electorales, ni en partidos políticos. Lo que hoy debe mover las voluntades de los más jóvenes es la capacidad resiliente que debe mostrar el país para levantarse de la peor crisis que hemos vivido, que la pandemia haya servido para movilizar conciencias a favor de tener una comunidad más unida, participativa y organizada.

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En otras palabras, que en México los jóvenes se infecten por usar su fuerza a favor de sus vecinos. Es entonces cuando conoceremos mejores servidores públicos, que realicen sus funciones con verdadera pasión y entrega.

La más noble política no se hace pidiendo votos, sino en las labores comunitarias, actuando en el anonimato, buscando dar esperanza a los que más necesitan.

El próximo 6 de junio se espera la más baja participación de jóvenes entre 18 y 30 años. El que se abstengan de votar muestra el deterioro de la política, es una forma de castigar al llamado “círculo rojo”. Esto es una verdadera pena, en uno de los países que más gasta en promover la democracia.

Que nuestra realidad sea penosa, no significa que se deba quedar así. Por eso a la pregunta que me hacía mi amigo Eduardo sobre si tiene esperanza la política mexicana, me gustaría que la contestaran los jóvenes universitarios. Aquellos que por alguna u otra razón llegaron a leer este texto. Porque solo en su motivación está la respuesta a esa interrogante. Porque si alguien se motiva a hacer otro tipo de política para erradicar la politiquería, seguramente otros le seguirán, mientras sus causas sean justas y se basen en el progreso del vecino. Porque es momento de comprender que es nuestra la responsabilidad de levantar el país, como decía Dwight D. Eisenhower: “La política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano”.

Está en la fuerza de los jóvenes, en su rebeldía natural y su impulso por cambiar las cosas. Alguna vez escuché una frase que decía: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”, nunca mejor aplicable que en este momento. Estas campañas políticas nos están enseñando que las cosas tienen que cambiar sí o sí.

Confío que una nueva generación de mexicanos lo hará.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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