Las fuerzas armadas han sido parte esencial e indisoluble de la historia nacional, particularmente a partir de la Revolución Mexicana donde se formaron las bases de lo que hoy se conoce como las distintas áreas del Ejército Mexicano y las bifurcaciones de la Marina de México y la Fuerza Aérea Mexicana.
Las fuerzas armadas nacieron junto con y como parte del poder. Fue hasta 1946 en que se turnó el control del poder político a Presidentes civiles. Desde entonces, y con gran honorabilidad, las fuerzas armadas se constituyeron en lo general y con breves excepciones, como órganos de paz, asistentes en desastres nacionales y apoyos a temas de seguridad nacional. De hecho la lealtad institucional de las Fuerzas Armadas ha sido reconocida dentro y fuera de México. A diferencia de lo que ocurrió en prácticamente todas las naciones latinoamericanas, en México las filas militares no se prestaron o propusieron intervenir en procesos electorales, luchas por el poder, y mucho menos en golpes de estado.