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Se nos olvidó la democracia

No les falta razón a quienes aseguran que el Presidente no tiene interés en una democracia sana y sólida, pero parecen olvidar que lo que hoy vivimos no empezó en 2018; llevaba años gestándose.
lun 26 abril 2021 06:20 AM
ampliación del periodo Arturo Zaldívar
Las críticas por la cercanía del presidente de la Corte con el Presidente se han dirigido a una falta de equilibro y separación entre poderes.

En estos tiempos tan convulsos en la política mexicana, por todos lados se escucha que el Presidente está atentando contra la democracia, que está atacando a las instituciones, que está poniendo en peligro al país.

Desde los partidos y actores políticos de oposición, hasta varios en el empresariado, líderes de opinión y también activistas sociales, el señalamiento común es el mismo: nunca había estado en tanto riesgo nuestra democracia; incluso al extremo de decir que nos estamos venezolizando.

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Si bien, no les falta razón en cuanto a que el Presidente no tiene el menor interés en una democracia sana y sólida, ni el menor respeto por las instituciones que no pueda controlar, los argumentos de volvernos Venezuela y de que nunca se había arriesgado tanto la democracia son extremos.

Para muchos, pareciera que los problemas de México empezaron con el actual gobierno. Parecen olvidar que lo que hoy vivimos no empezó en 2018; que llevaba muchos más años gestándose.

Y sobre todo, parecemos olvidar que los atentados a las instituciones democráticas se encrudecieron los últimos, al menos, 15 años. Pero en esos momentos, muy pocos de los hoy vociferantes alzaron la voz como lo hacen hoy. Tal vez por filias, tal vez por fobias.

México viene de una larga, e histórica, lucha por la democracia. Por supuesto las gestas de Independencia y Revolución eran eso, al menos para algunos de sus protagonistas.

Y después, durante el largo régimen de partido hegemónico, se fueron dando fuerzas sociales y políticas, tanto de izquierda como de derecha, que emprendieron luchas muy importantes por lograr un proceso de apertura democrática.

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Pero también durante este periodo, a pesar de que muchos no lo reconozcan, se dieron esfuerzos y grupos que desde adentro del propio partido hegemónico fueron buscando la consolidación democrática.

Fue gracias a esas fuerzas externas y a esos grupos internos que arrancó un largo proceso a finales de los años 70 de reformas políticas y electorales de gran calado, que resultaron en el sistema democrático, político y de partidos que vivimos hoy.

En particular, a partir de las fuertes movilizaciones sociales de los años 60 y 70, arrancó este proceso con la gran reforma de 1977, encabezada por Don Jesús Reyes Heroles, que abrió la puerta a la inclusión de las fuerzas minoritarias y al comienzo de la democratización del Poder Legislativo.

A partir de entonces, prácticamente cada sexenio se hicieron reformas profundas. Una de las principales fue la de los años 90, por el Presidente Salinas, que dio lugar a la creación del Instituto Federal Electoral, hoy INE.

Esa gran reforma es comparable con la de 1977. Y es la que realmente sienta las bases para un sistema electoral ciudadanizado, sólido, transparente y ejemplar a nivel internacional. El INE, a pesar de los ataques de la 4T, es el principal garante de nuestras elecciones.

Sin embargo, este largo proceso democratizador, impulsado en muchos casos por el propio partido hegemónico, comenzó a pausarse justo cuando la competencia electoral empezó a rendir frutos en las urnas.

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En Ciudad de México, fue claro el retroceso democrático a partir de que el PRD gana en 1997, y que le sigue Morena en el gobierno. Y a nivel federal, es justo el sexenio de la primera alternancia, de Fox, que por primera vez no se avanza en reformas político electorales de consolidación.

Pareciera que, al llegar al poder, esas fuerzas de derecha y de izquierda que tanto lucharon durante décadas por la apertura democrática, olvidaron que la democracia nos correspondía a todos, y más aún llegando al poder.

El PAN fue factor clave en la democratización de México, y una vez en el poder hizo lo contrario replicó lo que tanto criticó. El PRD no aportó mucho, al contrario, mató a la izquierda; pero sus antecesores, los partidos que le cedieron el registro, fueron fundamentales para la democracia.

Pero no solo los partidos dieron la espalda a la democracia. También a partir de la etapa de competencia electoral, los distintos actores de la sociedad olvidaron que nos correspondía a todos lograr la consolidación de nuestro sistema democrático, y sobre todo, mantenerlo.

Parecía que la única lucha que había que dar era ir a votar, y después de eso no hacer nada. No asumir nuestras responsabilidades con la democracia. Parecía que ya porque había salido el PRI todo estaba resuelto. Sin entender que era cuando más se necesitaba una sociedad activa.

Y así, estos 20 años de “democracia” como dicen los menos entendidos, han pausado y, en ocasiones, revertido los logros de más de 25 años de reformas democratizadoras. Aunadas a los excesos y abusos que se han tenido desde el poder a niveles no vistos ni en la hegemonía partidista.

Lo que vemos hoy en el Presidente López Obrador no es nuevo. Es seguir con los intentos por dinamitar a nuestras instituciones que con tanto ahínco realizaron Calderón y Peña. Es replicar la imposición del Ejecutivo sobre los Poderes que tan bien jugaron los Presidentes anteriores.

Claro, hoy es mucho más notorio por el estilo tan violento del Presidente, y porque ya venía dañadas las instituciones democráticas.

Debemos entender y reconocer que si hoy peligra nuestra democracia, es porque durante muchos años olvidamos que nos correspondía a todos no solo construirla, sino mantenerla, profundizarla y, sobre todo, protegerla.

Hoy no todo es culpa del Presidente, es también del resto de nosotros. Es nuestra decisión seguir solo señalando con el dedo flamígero, como lo hace él, o asumir nuestras responsabilidades y empezar a actuar, siempre construyendo primero legitimidad para poder avanzar.

Estamos a tiempo. ¿Tenemos la capacidad y el talante?

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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