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#ColumnaInvitada | ¿Quién impone a los candidatos? Violencia y cárteles

La delincuencia organizada ha decidido participar en ls elecciones 2021, invitando a los candidatos a trabajar con su causa, si se niegan, son asesinados y le venden el “favor” a otro candidato.
sáb 27 marzo 2021 12:00 PM
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Ivonne Gallegos, candidata al municipio de Ocotlán, fue atacada a balazos en Santo Tomás Jalieza.

México vive una crisis de seguridad pública que ha permitido que los cárteles de la droga continúen operando de manera normal y afianzando nuevos territorios para consolidar su poder criminal, poder de fuego, poder económico y por ende ampliar su poder político. Para lograr esto, las empresas criminales han entendido que la mejor forma de infiltrar al aparato político es desde sus entrañas, es decir, imponiendo candidatos a modo. La violencia extrema es la mejor manera de sembrar la política del miedo y la intimidación, una especie renovada del “plata o plomo” para los policías, pero ahora dirigida a la clase política del país.

El proceso electoral del 2021 será el más importante del país en la época moderna, por la cantidad de puestos de elección popular que están en juego, de este modo; la delincuencia organizada ha decidido participar muy a su modo, tratando de cooptar a los candidatos conocidos invitándolos a trabajar con su causa, si se niegan, son asesinados y le venden el “favor” al candidato de la oposición, con una doble carga y obligación, le despejaron el camino y si no acepta cooperar, el destino que le espera, inevitablemente será la muerte.

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¿Por qué, si la democracia mexicana es una de las más caras del mundo, ésta sigue sin funcionar, y el Gobierno Federal no ha logrado garantizar la seguridad de los candidatos para evitar la infiltración de la delincuencia organizada? La respuesta es clara: se carece de una estrategia integral de combate a la delincuencia organizada, que logre la contención a corto plazo y la desarticulación a largo plazo de los grupos criminales, esta carencia allana el camino para que los criminales puedan operar de manera libre y accionar su plan criminal, pareciera que nos quieren mandar un mensaje claro; ¡Van a votar por quien yo decida y a quien yo postule!

También, es inevitable ponderar la variable histórica de la colusión de la clase política con los narcotraficantes, que ha facilitado que esta injerencia criminal haya tenido tanto éxito, para asesinar a quien no comulgue con ellos, tan solo en lo que va del presente proceso electoral, han asesinado a más de 100 candidatos de todas las filiaciones políticas, hombres y mujeres que creían que la actividad política podía resolver los cambios estructurales que necesita México y que el sentido de honestidad es más fuerte que cualquier amenaza, tristemente descubrieron que la premisa era falsa y que el poder de la delincuencia es más grande en algunas regiones del país, que la gran fuerza que el Estado mexicano pregona poseer y administrar, el precio que pagaron fue muy alto, murieron a manos de los criminales.

La simbiosis delincuencia organizada- política, está más arraigada de lo que creemos. El pasado 19 de marzo criminales del grupo denominado “La Familia Michoacana” emboscaron a policías estatales y de investigación en Coatepec de Harinas, al sur del Estado de México, no obstante la capacidad de asombro de los ciudadanos, ya no lo supera nada y esta masacre no causó mayores comentarios ni indignación. Por lo que toca al Gobierno Federal, la indolencia fue terrible; no hubo muestras de apoyo ni pronunciamiento por parte de autoridades del primer nivel sobre esta nueva masacre. El punto crítico impone analizar este hecho con mucho cuidado, este ataque va mas allá de la nota policiaca, la Familia Michoacana ha tratado de incidir en la designación de candidaturas a alcaldías y diputaciones en el sur del Estado de México; por lo que el ataque contra policías tiene un mensaje con especial dedicatoria a la clase política.

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En medio de esta guerra, están atrapados los ciudadanos, que ante la incompetencia de las autoridades políticas y policiacas para frenar la ola criminal, tienen que enfrentar el dilema de votar por el candidato corrupto, el menos capaz, el vendido, el que decidió trabajar con los delincuentes, pero que en esencia es la única opción que le dejaron y así quedó atrapado en este circulo vicioso y la democracia mexicana terminó pervertida y debilitada.

El Instituto Nacional Electoral, el Gobierno Federal y las áreas de inteligencia y policiacas, tienen que tomar el asunto con la seriedad que amerita, si no quieren que la delincuencia siga interviniendo en las elecciones y nos imponga a sus propios candidatos, porque al final de todo; como dijo Churchill, la Democracia es el menos malo de los sistemas políticos.

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Nota del editor: el autor ha laborado en dependencias de la Administración Pública; Secretaría de la Defensa Nacional, Centro de Investigación y Seguridad Nacional y Policía Federal. Es maestro en Ciencias Penales, profesor universitario, especialista en inteligencia y procesos de seguridad. Licenciado en Derecho, expositor y capacitador de diversos destacados diplomados en Juicios Orales, Mercadotecnia Política, entre otros. Actualmente se desempeña en el sector privado, cómo socio consultor en Consultoría “CMC Análisis e Inteligencia Empresarial”, empresa enfocada en la realización de auditorías y diagnósticos en seguridad, capacitación a cuerpos policiacos, diseño de equipos de seguridad patrimonial, investigaciones, entre otras.

Twiter: @RCelayaG

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Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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