Ellas, sin embargo, persisten. Sus agravios no van a desaparecer por mucho que el presidente se niegue a admitirlos. Al contrario, lo que está desapareciendo es la credibilidad de la autodenominada “cuarta transformación” como alternativa al conservadurismo. Cada vez que le recortan presupuesto o eliminan alguna política pública que beneficiaba a las mujeres ( https://bit.ly/38nDXgF ), cada vez que insisten en que hay que poner sus derechos reproductivos a consulta ( https://bit.ly/3kZ5tGh ), cada vez que las desdeñan o las descalifican como meros instrumentos de una campaña de desprestigio ( https://bit.ly/3quKPzd ), se vuelven más evidentes la justicia de la causa y la urgencia de la lucha feminista.
Lo único que López Obrador y sus incondicionales están logrando es dejar cada vez más claro que la agenda de género no avanzará con ellos. Quien quiera impulsarla tendrá que hacerlo a pesar suyo o hasta en su contra. Aquí, además, surge una complicación interesante: el cerco dentro del que han decidido encerrarse no sirve para impedir que ellas entren, pues muchas ya están adentro, tratando de dar la batalla desde las entrañas de su partido. Aunque tal vez sí sirva para evitar que deserten en masa, recordándoles que afuera, en la intemperie del otro lado, no tendrán los privilegios de ser compañeras de viaje y habrán de encajar los rigores de ser consideradas enemigas del presidente.