Aquel 9 de marzo, personalmente aproveché el día para no ir a trabajar, no hacer cualquier otra cosa que no sea reflexionar sobre lo que está pasando pero sobre todo ¿Qué pasará después del 9M? ¿Qué objetivos se habrán logrado? ¿Qué pensaron y sintieron los hombres cuando no estuvimos presentes? ¿Qué es lo que sigue?
Para mí fue claro: necesitamos estrategias a corto, mediano y largo plazo. En primer lugar, crear acciones para detener la violencia de género, para que todas las mujeres sientan la seguridad, que el salir a la calle no sea una amenaza a nuestra propia vida, que ponerte una falda no sea una invitación a que nos violen y que decir lo que queremos no sea la causa para que nos den una paliza. Situación que, lamentablemente, con la pandemia actual se ha incrementado en cuanto a violecia doméstica.
En segundo lugar, realizar las acciones que se requieran para no dejar impunes a los agresores y feminicidas. La justicia inexistente en el país deja impunes a los delincuentes. Es un llamado urgente con clamor de justicia para la autoridad.
En tercer lugar, crear políticas y acciones para lograr cerrar las brechas de género y desigualdades para poder tener una equidad a nivel personal, social y familiar. No solo a través de las políticas podemos cambiar esto, hace falta educación y reflexión para los hombres y mujeres, para eliminar los sesgos inconscientes que traban el desarrollo de la mujer. El hombre tendrá que entender y asumir roles que no ha asumido por generaciones, como nuevas formas de paternidad y masculinidad, para que la mujer pueda asumir otros roles, que le son casi inalcanzables en la actualidad. Requiere sin duda de mucho trabajo, reflexión y humildad de todos los sectores implicados para poder crear una nueva cultura de respeto, tolerancia y apoyo a la mujer.
El hombre y la mujer, por su propia naturaleza, no son iguales, pero eso no significa que no debamos tener los mismos derechos y que no se requiera reducir la brecha de género, manteniendo siempre las diferencias y necesidades propias de cada persona.
Es el momento en que cada persona reflexione desde su realidad a nivel personal, familiar y profesional qué acciones puede acometer para cambiar y apoyar la demanda que pedimos las mujeres y que se ha hecho oír tan fuerte.