Las etiquetas hacia las mujeres que realizan actividades de emprendimiento son comunes en México. Hasta hace unos años, las madres solteras que buscaban alternativas laborales para sostener el hogar sin descuidar las labores domésticas y cargas de cuidados eran llamadas despectivamente "mamás luchonas".
Por ello, a Claudia Carrillo, de 29 años y quien en octubre de 2020 lanzó su tienda de ropa infantil, no le sorprende que ahora usen la etiqueta "nenis" para referirse a las emprendedoras. Pero lamenta que estas burlas vayan dirigidas especialmente a madres solteras, como ella, y que no se haga visible que esta situación va ligada con el hecho de que la mayoría de los hombres no se hacen responsables de la manutención de los hijos.
¿Qué hay detrás del "nenis"?
Carmen Ponce, economista especializada en género, explica que más allá de las etiquetas despectivas que durante años se les ha dado a las mujeres que buscan sus propias fuentes de ingresos, esta situación es un reflejo de la exclusión laboral, la inseguridad social, la brecha salarial y la carga de cuidados en el hogar.
"Las mujeres se ven obligadas a realizar estos trabajos (emprendimiento) desde antes de la pandemia, porque tienen encima la carga de los cuidados del hogar. Pero son actividades de alto riesgo, catalogadas así por la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), en primer lugar porque no cuentan con ningún derecho laboral ni seguridad social, y en segundo, porque son las más lastimadas por la crisis de salud y económica", dice en entrevista.
A partir de marzo de 2020, cuando en México se declaró la emergencia sanitaria y el confinamiento por COVID-19, el trabajo doméstico no remunerado –labores domésticas y carga de cuidados de los menores, adultos mayores o personas con discapacidad– aumentó para las mujeres, pasando de 20 horas a la semana a 50, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
En México, la carga de cuidados y las labores domésticas no remuneradas equivalen a 5.6 billones de pesos, lo que representa el 22.8% del PIB nacional. A esto se suma la brecha salarial entre hombres y mujeres: en el cuarto trimestre de 2020, los hombres ocupados reportaron un ingreso laboral mensual de 4,633, y las mujeres de 3,777 pesos, según Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Además, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), publicada por el Inegi en enero de este año, indica que hasta diciembre de 2020, nueve de cada 10 personas desempleadas son mujeres, quienes de hecho tuvieron una mayor incursión al mercado informal (238,000), mientras que en el caso de los hombres se observó un descenso de su participación en este sector.