No puede pasar de lado el hecho de que en este gobierno han tenido el apoyo y control pleno del Congreso Federal, y una absoluta sumisión del Poder Judicial. Por tal motivo es un hecho que los resultados que se han venido dando y acumulando no se pueden atribuir sino como consecuencia de los desatinos en la toma de decisiones (también los efectos de la pandemia son mucho peores en nuestro país por sus errores y caprichos). Esto quiere decir que si saben que los datos duros los reprueban en todos los rubros y no quieren variar su proceder, es porque realmente quieren dar este destino al país, uno en que la desolación se multiplique, y la pobreza sea prevalente. Esto mientras el inquilino despacha en Palacio solo.
Es un plan macabro de cómo abusar de la confianza de la gente que, ante la desesperación del exceso de la corrupción, apostaron a una fórmula electoral sin fondo real en 2018, y hoy están en su gran mayoría arrepentidos, desconcertados, frustrados y enojados al ver que lo poco o mucho que habían podido tener en ahorros, educación, salud, seguridad, empleo, vivienda y otros se han perdido o diluido significativamente. Por ello el malestar social crece y se siente ampliamente un descontento con lo que pasa en el país. Y no es para menos. Es una debacle visible.
¿Y entonces qué pretenden en la 4T con tanto poder, ausencia de contrapesos y nulos obstáculos en su toma de decisiones? Exactamente lo que tenemos frente a nosotros. Un país al borde del colapso económico, sanitario y de inseguridad. Con una concentración masiva del poder en la sola persona del Presidente, una entrega creciente de áreas estratégicas a las fuerzas armadas, sin apoyo alguno a sectores vulnerables en la economía y la salud, abandonando a su suerte a las mujeres, relegando a los niños con cáncer, y además con un ejército de instructores electorales denominados “Servidores de la Nación”. Esa es la cruda realidad que se ve.
Así se aprecia que ante la enorme oportunidad que tuvieron de propiciar una evolución real de derechos y libertades, un apoyo a la economía, rectores de un progreso material y empresarial básico (algo característico de un verdadero gobierno de izquierda progresista), en su lugar se ha optado exactamente por lo contrario, por devastar todo a su alrededor y sacrificar hasta a los más pobres (de hecho ya generaron 15 millones más de pobres en tan solo dos años).