De hecho, la última vez que se logró un aumento importante en los programas presupuestarios de gasto social fue en 2014. En ese año, se gastó 3.6 puntos del PIB en gasto social, lo que representaba el 21% del gasto total del gobierno (no considero erogaciones en inversiones financieras, pago de pensiones, participaciones, ni costo financiero). Para 2021, el gasto será de 3.3 puntos del PIB, lo que representa el 24% del gasto. Es decir, en términos proporcionales, se gastará más que nunca en la última década.
El hecho de que el aumento en programas sociales suceda al tiempo en que México enfrenta una de sus crisis económicas más importantes desde los años treinta, lo hace todavía más raro. Las predicciones eran que el gasto público colapsaría. Por ejemplo, por cada punto de decrecimiento económico se estimaba que el gobierno perdería 34 mil millones de pesos por caídas en la recaudación de impuestos. En 2020, se estima que la economía decreció en 9 puntos, es decir 306 mil millones de pesos.
¿Cómo es posible que los programas sociales no hayan disminuido, sino que, por el contrario, aumenten de 2018 a 2021? Las razones se encuentran en tres aspectos.
Primero, se ha reducido el número de programas, concentrando en muy pocos la mayor cantidad del gasto. En 2018, había 246 programas sociales, ahora solo hay 213. Los que quedan tienen un mayor presupuesto. En 2018, por ejemplo, cada programa social ejerció en promedio 5 mil millones de pesos, ahora ejercen en promedio 8 mil millones.