De ser un completo desconocido en México, Hugo se presentó ante las cámaras y reflectores de todos los medios de comunicación, para hablar del “nuevo Coronavirus”. Ese virus que, decía, era “exportado” de China, que era una “gripe fuerte”, una enfermedad poco mortal y que no merecía ser catalogada como emergencia, eso sí, muy contagiosa, así hablaba el doctor López-Gatell. El especialista comenzó con un talante positivo y bonachón. Pero entre han pasado los meses, el ánimo del personaje más famoso del 2020 ha menguado.
#ZonaLibre | La catástrofe de Hugo López-Gatell
Cada tarde desde que se le instruyó a hacerlo, con una imagen impecable, Hugo se ha presentado con frases que se han polemizado porque rayan en el proselitismo político. Cuando al subsecretario de salud se le preguntó: ¿El presidente López Obrador podría contagiarse de COVID? El funcionario federal respondió de inmediato: “La fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio”. Era apenas el 16 de marzo, para entonces, los números de contagiados y muertes eran muy pocos en nuestro país. Pero ya se empezaba a sentir un extraño ambiente de falsedad y una retórica poco seria: “Para el 15 de junio habrá terminado la pandemia” aseguraba con una confianza imbatible.
Esclavo de sus palabras
El pasado 3 de abril, cuando el debate de los cubrebocas se empezaba a elevar en la nación. En ese entonces, la Organización Mundial de Salud recomendaba a los países la utilización de las mascarillas faciales a fin de detener la potente pandemia persistente. ¿Qué contestó a esto Hugo López-Gatell? Relajado, y con una sonrisa burlona, se limitó a señalar: “las mascarillas o cubrebocas dan una falsa sensación de seguridad”. En otras palabras, el mayor experto del gobierno federal minimizó desde el principio y hasta la fecha la única herramienta a la mano de millones de personas para su protección.
Pero, ¿por qué él si utilizaba el cubrebocas y al mismo tiempo lo condenaba? La respuesta estaba en los videos donde el presidente López Obrador se paseaba por el país abrazando gente y besando niños.
Los días trascendieron y las fallas de Hugo continuaban. Una de las aseveraciones más tajantes del subsecretario tenían que ver con la intrascendencia, que para él tienen la aplicación de pruebas masivas. Era el 28 de mayo y ante senadores de la República, dijo: “Las pruebas son un desperdicio de tiempo, de esfuerzo y de recursos”.
Aquella mentira de que “el 15 de junio” terminaría la pandemia se consumaba y entonces 10 gobernadores solicitaron su renuncia. López-Gatell, de manera sarcástica, les contestaba: “Los respeto. Comprendo sus sentimientos”. Entonces, en aquel pasado mes de julio, comprendimos que los terrenos de Hugo ahora estaban fundamentados en la escena política y se alejaba más de la ciencia en la cual, antes aseguraba, se basaría completamente.
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Desde entonces, Hugo se mostró distante de los medios e incluso hastiado de su puesto. “No digan mentiras”, repetía una y otra vez en sus –cada menos concurridas- ruedas de prensa, culpando a los periodistas de su desgastada imagen. Sin embargo, el afamado personaje no solo tendría encuentros desagradables con periodistas. Sus adversarios políticos abundaban, incluso algunos eran aliados del presidente.
De epidemiólogo a precandidato
Los cambios abruptos de colores de semáforos en los distintos estados lo han expuesto en una situación de ignorancia sobre lo que realmente está pasando, luego de que la pandemia ha atacado a más de 1 millón 267 mil 202 y ha arrancado la vida de al menos 115 mil 99, en los números que él mismo proyecta. Ante esto, el controversial funcionario ha dicho: “El color del semáforo es intrascendente”, lo que podría traducirse a que nunca se le ha otorgado ningún valor de importancia a los colores según las emergencias estatales.
El 2020 por fin va muriendo, pero la emergencia de la pandemia sigue disparada e incontenible, según señala la misma Secretaría de Salud, cuando más del 75% de las camas en la Ciudad de México están ocupadas y se espera que el cierre del año, enero y febrero sean los meses más catastróficos de la pandemia.
En México, millones de personas hemos perdido a un familiar o amigo a causa del COVID-19 . Sin embargo, más allá del reconocimiento de una inexperta y equívoca estrategia para enfrentar a la pandemia. Hugo López-Gatell ha mostrado una actitud temeraria, prepotente y se ha mofado de la situación. No, no es el mismo especialista humilde y apacible que conocimos en marzo: López-Gatell se ha convertido en un alfil más de la estrategia proselitista de la 4T y lo han hecho parte del espectáculo electorero que lo quiere catapultar al gobierno de la Ciudad de México en 2024.
Se espera que el próximo 22 de diciembre se comiencen a aplicar las primeras vacunas y la actitud del país no es nada alentadora. Esto, porque durante más de 10 meses hemos visto al “experto” sonreír y dar pleitesía a su jefe máximo. A unos pocos metros de distancia, los López se han burlado de la situación, desde la indiferencia, remedios caseros y hasta calificar al virus de “fifí”.
Ambos personajes serán recordados por la inconsciencia y poca seriedad a la emergencia sanitaria.
Y es que millones de sus seguidores se han contagiado gritando por las calles que tienen libertad de transitar, de no utilizar cubrebocas; de minimizar al virus y asegurar tener un “escudo moral” que los defiende. Muchos de ellos, lamentablemente ya fallecieron habiéndose dejado manipular por las mentiras de sus aclamados líderes. Ahora, no tienen voz para reclamarles, son solo parte de las frías cifras de las que nadie se quiere hacer responsable.
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¿O ya olvidamos todos que López-Gatell aseguró que a “a lo mucho serían 60,000 muertos”?
Con tantas fallas consecutivas, quizá por eso, le llaman al nuevo político: “El doctor muerte”. ¡Vaya personaje del año!
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