Es por ello que, conforme a los diputados se les provean incentivos para escuchar a su electorado local, comenzaremos a ver políticos que levanten menos el dedo para beneficiar a su partido y alcen la voz en favor de sus votantes que serán quienes finalmente los revoquen o ratifiquen. Un político con una base electoral sólida en su distrito tiene más elementos para votar contra alguna imposición de su partido que un político cuyo futuro depende enteramente de las recompensas que su partido que quiera ofrecer.
A manera de conclusión, se puede decir que ninguno de los dos modelos representativos aquí mencionados está exento de fallas al momento de su operación. Sin embargo, un sistema donde los diputados se asumen como representantes de la nación, pero esa nación es definida por los intereses de los partidos, es probablemente el peor de los escenarios. Si se comienzan a sentar las bases institucionales como el candado distrital que se está proponiendo, los ciudadanos ganaremos un poco más de control sobre los representantes, y los partidos tendrán que replantearse si siguen funcionando como cofradías recolectoras de recursos.
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Nota: Sergio A. Bárcena es doctor en Ciencia Política por la UNAM. Especialista en Poder Legislativo. Investigador del Tec de Monterrey y director de la asociación Buró Parlamentario.
Buró Parlamentario es una asociación civil que busca vigilar al Poder Legislativo promoviendo una ciudadanía informada, activa y participativa.
Twitter: @BuroParlamento
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