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#ColumnaInvitada | Detrás del telón

Se recomienda no poner atención al escenario que monta diariamente la actual administración, sino ver detrás del telón para advertir que son incompetentes, ocurrentes y destructores.
mar 08 diciembre 2020 06:20 AM
(Obligatorio)
Presencia. El mensaje diario de la Presidencia corre a cargo del presidente López Obrador.

Se cumplió el primer tercio del gobierno federal actual. Como dicen en mi pueblo, se ha sentido como 5 minutos, pero debajo del agua. Y es que tal parece que la pretensión de la 4T es asfixiar todo a su alrededor, ahogarnos en una ilusión permanente de buscar una supuesta modificación, cuando en realidad lo que está en curso es una destrucción sin límites.

Por esta razón es importante en que en este momento en que se rebasaron los dos años de la pseudoadministración de AMLO hagamos un alto en el camino y podamos revisar lo que realmente está sucediendo. Es algo que nos obliga como ciudadanía a revisar puntualmente los resultados, y poder hacer a un lado los dichos, los otros datos, las diatribas mañaneras, y los distractores continuos. No hacerlo así nos convertiría en unos simples borregos, y aunque es la expectativa manifiesta de quien despacha en Palacio Nacional, se equivoca en desestimar a una ciudadanía de mucha mayor calidad y capacidad de discernimiento.

Veamos entonces cómo están las cosas en el país con objetividad y los pies en la tierra.

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Salud: nadie planeó tener una pandemia como la de Covid-19. Pero llegó y ha pegado con tubo. Pero no por el efecto del virus como tal, sino por la consecuencia de haber devastado el Seguro Popular e ignorado las mejores prácticas para amortiguar los impactos, particularmente en contagios y decesos. El resultado es más de 250K muertos (100K oficialmente) y primer lugar mundial en muertos entre el personal de salud. A pesar de lo adverso de las consecuencias son incapaces de enmendar el camino, ni siquiera en cuanto al uso de cubrebocas y pruebas masivas. En su dicho que la gente se cuide como pueda y que lo que importa es que no se saturen los hospitales pues es mejor que las personas mueran en casa (y así sucede trágicamente).

Economía: con la decisión de parar la obra del aeropuerto en Texcoco y la planta cervecera en Mexicali se cavó la tumba que generó una caída espectacular en los niveles de confianza e inversión, provocando en 2019 ya una parálisis, y en 2020 con el impacto de la pandemia una caída que a nivel anual implique una reducción de dos dígitos del PIB. Ante la nula adopción de medidas anticíclicas y apoyos a la economía, la pérdida se estima en millones de empleos perdidos y cientos de miles de empresas que han cerrado en forma definitiva. Una debacle real en la capacidad de generación de bienes y servicios, empleo, contribuciones, etc.

Pobreza: con la referencia de "Primero los Pobres" se enarbolaba dar prioridad a las necesidades de las clases más desprotegidas, pero en los hechos ha sido exactamente al revés. La hecatombe económica referida ha hecho que las filas de pobreza se incrementen como en 12 millones de personas –número de ciudadanos que han perdido su condición de clase media y que están ahora entre los marginados. Sumemos que a esas mismas personas son las que más duro pega temas como inseguridad, problemas sanitarios y otras carencias, y el impacto es brutal.

Seguridad: las cifras de violencia e impunidad están peor que nunca. Aún los lugares que hasta hace poco se presumía gozaban de índices aceptables de seguridad se han perdido. Hoy no hay ya en el país ciudades y menos estados en los que haya condiciones óptimas. La realidad es que en la nación entera se respira una ola de hostilidades y de presencia delincuencial que ha hecho que la calidad de vida se deteriore de lleno. Si las cosas venían mal de los últimos dos sexenios, en tan solo 2 años se han complicado mucho más. Basta revisar la cifra de homicidios dolosos para confirmar qué tan mal vamos para haber rebasado en cada uno de estos dos primeros ejercicios anuales los récords históricos. Ya es parte del panorama urbano saber que secuestros, robos, extorsión y asaltos son inevitables. El gobierno no hace nade por contener esta ola de desolación.

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Militarización: aunque se dijo una y otra vez en campaña que a las fuerzas armadas se les regresaría a sus cuarteles, no tardó AMLO en tomar las riendas del país para ver con qué rapidez se iba a utilizarlas en actividades incrementalmente importantes. No solamente tomaron el control pleno de seguridad pública a través de la Guardia Nacional, sino que se metieron ya en aduanas, puertos, distribución de hidrocarburos, entrega de medicinas, construcción de aeropuerto, edificación de sucursales bancarias, y un aumento en su participación presupuestal. La penetración castrense es peligrosísima porque la disminución de las tareas civiles puede implicar efectos irreversibles, en un país en que lo que menos requerimos es diluir funcionamiento institucional y ceder espacio a la milicia.

Educación: a pesar de que es obvio que la mejor alternativa para una verdadera movilidad social lo constituye tener una educación de calidad para que las personas puedan mejorar su remuneración y calidad de vida, en este sexenio se entregó el control de la calidad de la instrucción en las escuelas de regreso a las fuerzas sindicales. En lugar de apostar a que se pudiera mejorar la calidad de los conocimientos que se imparten, se pagaron los servicios electorales del magisterio y se les entregaron los jugosos recursos presupuestales. Muy atrás quedaron los sueños de ver en algunos años educación similar a los de los países que han tenido éxito con apuestas de largo plazo. De paso erosionaron a los maestros, muchos de ellos, que sí estaban de acuerdo en estimular y reconocer las mejorías.

Energía: en lugar de poner al centro de la ecuación al usuario de los servicios de energía, se ha determinado que cumpliendo otro capricho presidencial se deban reestablecer las condiciones monopólicas y abusivas de las empresas del estado en la materia (Pemex y CFE), destrozando la competitividad y la idea de tener un mercado maduro y con pretensiones y tendencias de reducción de tarifas. En esta fase destructiva se ha llegado al absurdo de erradicar los proyectos de energías renovables para en su lugar dar paso a un incremental uso de carbón y combustóleo, exactamente lo contrario de lo que se hace en todo el planeta.

Sustentabilidad: ligado a lo anterior está el hecho de que el cuidado al medio ambiente ha sido erradicado como prioridad de gobierno. En su lugar ha imperado una definición de que sean proyectos de capricho presidencial lo que se privilegie como útil a pesar de que impliquen enormes riesgos ambientales e interminables consecuencias adversas para generaciones futuras. Así se construye una refinería devastando manglares y rompiendo equilibrios en una zona de contención, se construye un tren rompiendo una reserva de la biósfera, y se amplía un aeropuerto militar en una zona de valor arqueológico y con un diseño que implicará una saturación de tráfico, horas hombre de traslados absurdos, y emisiones extras sin sentido lógico u operativo alguno.

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Corrupción: en lo que debería ser la tarea principal de esta administración en función de lo que ofreció realizar electoralmente, la referencia de las acciones y omisiones nos pinta algo radicalmente distinto. No solamente no se ha hecho nada por atacar frontalmente las prácticas de corrupción, sino que se han utilizado dichas herramientas para simular combates que más bien tienen un sesgo claramente político. Lozoya es un testigo colaborador del cual no hay ni fotos en México, a Rosario Robles se le ha doblado para que cante, y la UIF es la herramienta privilegiada para intimidar a los adversarios políticos. Mientras tanto figuras como Pío López Obrador, Manuel Bartlett, Irma Eréndira Sandoval, John Ackermann, Ana Gabriela Guevara y otros campean libremente metidos en escándalos de corrupción. Por si fuera poco, en un régimen de opacidad absoluto este gobierno asigna directamente sin licitación alguna más del 80% de las adquisiciones gubernamentales –un sistema exacerbado de cuotas y cuates.

Política Exterior: rompiendo con una tradición de muchas décadas, México se encuentra absolutamente desdibujado del escenario mundial. Tenemos un presidente que ha abdicado por completo las funciones en el foro mundial. Salvo una visita a EUA para pagarle deuda a su patrón Trump (recientemente corrido), México no figura de forma alguna. En las pláticas con líderes mundiales habla del avión presidencial, de la moralidad, de Mussolini y de los problemas del pasado. El asombro y pena frente a verdaderos estadistas como Angela Merkel es descomunal.

Concentración de Poder: lo único cierto de esta administración es que en torno a la figura de AMLO se ha concentrado el poder como no había sido el caso en décadas. La eliminación de la división de poderes (con la plena sumisión de legisladores y la obediencia de la judicatura), la destrucción de instituciones y la dilución de contrapesos ha generado una situación de vulnerabilidad extrema. Tenemos un verdadero problema en que el autoritarismo, la demagogia, los abusos, la autocracia, y una creciente estigmatización social apunta a una fractura social inminente. El complemento es la apuesta a dividir y enfrentar la ciudadanía.

Así las cosas en el teatro que la auto-designada 4T vive. Y es que tal cual viven en otra dimensión, una en la cual las apariencias y los cuentos cuentan, no los datos duros y la cruda realidad que impacta a la ciudadanía. Pero por eso es urgente no poner atención al escenario que montan diariamente, sino ver detrás del telón para advertir lo que son, incompetentes, ocurrentes y destructores. Solo el escrutinio del 6 de junio de 2021 podrá revertir esta tendencia terrible.

La unión de ciudadanía y partidos en torno a Sí Por México es la apuesta que puede salvar al país. La alternativa es de ver cómo seguiría destruyéndose todo y se consolide el proyecto de la 4T que apunta a una nueva Constitución –ese es el verdadero destino al que nos quieren llevar. No nos equivoquemos y desnudemos a estos actores viles que no persiguen nada bueno. En nosotros como ciudadanos radica el poder esencial de definir el país que queremos. A ejercer dicha autonomía y definición. La cita es en unos cuantos meses. No podemos fallar.

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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es Miembro Directivo de UNE.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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