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#ColumnaInvitada | Lecciones cercanas

Mucho de lo que ha pasado en México en los últimos años encuentra un espejo claro en EUA, en particular hablando del tipo de gobernantes.
mié 25 noviembre 2020 11:00 AM
donald trump
¿El estilo del presidente de EU es una referencia para AMLO?

Estamos apenas asimilando lo que ha acontecido en las elecciones en el vecino país del norte a principios de este mes. El 3 de noviembre se vivió una jornada histórica para esa nación, y en realidad para todo el mundo, porque lo que estaba en juego no era simplemente la elección presidencial, sino la determinación del tipo de país que los Estados Unidos quieren ser, y el papel de esa nación ante el mundo.

Mucho se puede y debe entender de lo que aconteció en los EUA. Estoy cierto de que se hablará mucho en los años por venir para analizar, explicar y digerir lo acontecido. Es sin lugar a duda una de las elecciones más importantes por sus implicaciones en muchas décadas. Los estudios tendrán que explicar cómo llegó, qué hizo, cómo se fue y qué dejó Donald Trump.

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Sin pretender abarcar todos los posibles ángulos de un evento multi-factorial, lo que sí me parece obligado es destacar varios aspectos fundamentales para su análisis en el contexto mexicano, pues al final del día mucho de lo que ha pasado en México en los últimos años encuentra un espejo claro en EUA, en particular hablando del tipo de gobernantes, estilos de comunicación, demagogia en las formas, ausencia de orden en equipos de trabajo, existencia de otros datos, y permanente desapego a la ciencia y mejores prácticas.

Con esa perspectiva de comparación y de entendimiento de lo acontecido en EUA, nos gustaría destacar varios rubros que son de reflexión obligada para saber que en México también se pueden implementar buenas acciones que permitan impactar la forma en que los acontecimientos se den en los tiempos venideros, particularmente en el contexto del futuro proceso electoral del 6 de junio de 2021.

La democracia es un sistema vivo: a veces no parece evidente, pero la posibilidad de que en un país el electorado decida por mayoría modificar a quienes están en los puestos de toma de decisión es la parte más esencial de un sistema adecuado de escrutinio ciudadano. Al final del día es en los procesos comiciales en los que la población decide a quien entrega su confianza y, por lo mismo, si se conservan algunos en sus puestos o son relevados. Y es importante porque nadie que esté ocupando un puesto temporalmente puede asumir que por ese solo hecho tiene un cheque al portador para hacer lo que le parezca (aún y cuando haya dicho algunas cosas en su respectiva campaña y las quiera implementar sin estudio, mérito o beneficio general alguno). Los puestos son por naturaleza efímeros, y el que sean elegidos es para que trabajen bien, porque de lo contrario serán relevados.

El abstencionismo es el gran enemigo a vencer: para que un sistema democrático funcione eficientemente se requiere que idealmente todos los electores ejerzan su obligación y derecho a votar en forma masiva. Nada como saber que las elecciones son resultado de la decisión del mayor número de votantes. Y no es solamente un tema de tener más votos, sino reconocer que hay indudablemente grupos de la población que tienen una postura inamovible por convicción o incentivos económicos a no modificar el sentido de su voto (el llamado voto duro), y por lo mismo el termómetro social solamente es representativo cuando acuden a expresarse todos los sectores de la población. Ya se conocen los grandes errores históricos cuando los electores no salen a votar, como en el propio EUA en la elección en 2016 y el nocivo resultado en el Reino Unido del Brexit en esa época también. Así es que parte de la lección es que hay que motivar a la población a no renunciar a su derecho de expresión pues nada contribuye más a un resultado óptimo y equilibrado que el salir y hacerse notar para que otros no decidan por ti.

Los partidos políticos son elementos necesarios e insubstituibles: los ejercicios democráticos no se pueden entender funcionalmente sin la presencia de partidos políticos fuertes y activos. Los estadounidenses se manifestaron y aunque con un menor margen del esperado en las encuestas, al final del día los partidos políticos fueron capaces de armar candidaturas, organizar campañas, implementar comunicación, y en suma asegurar una masiva definición entre las opciones disponibles. Pensar que las elecciones se pueden llevar a cabo sin una instrumentación con partidos políticos es iluso.

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Los errores en las decisiones públicas sí tienen costo: es altamente probable que de no haberse presentado la pandemia de Covid-19 el resultado de la elección en EUA hubiera sido distinto. El arribo del virus evidentemente no es atribuible a Trump y su equipo, pero la negligente y deficiente forma en que manejaron la crisis sanitaria sí lo es. La acumulación exponencial de contagiados y decesos, la ausencia de medidas oportunas, y el desprecio por la ciencia y mejores prácticas generó un entorno en que la población advirtió que no todo puede ser simplemente hablar por hablar, y que si el que tenía que tomar medidas sensatas y relevantes no lo hizo, entonces la ciudadanía tenía que pasarle una factura equivalente en las urnas.

El electorado puede ver detrás de las mentiras y abusos: contrario a lo que se había venido sugiriendo de que alguien como Trump podía despacharse a expresar todos los días una serie de expresiones exageradas, inexactas o abiertamente falsas sin consecuencia alguna, esto finalmente tuvo que parar. Y es que bien sea por tweets, conferencias o boletines de prensa, el que un primer mandatario abuse de su cobertura para mentir compulsivamente, las posibles ganancias de corto plazo por complacer a sus seguidores en forma demencial no pueden ser sostenibles a mediano y largo plazo.

Los mensajes deben ser claros y puntuales: asimilando lo que ya parece ser una conducta permanente es que para ser eficaces ante el electorado, se requiere una comunicación precisa y puntual. Esa veta de oportunidad es una que Joe Biden no desaprovechó para empatizar con los sectores citados, sumado a los crecientes números de víctimas de las malas decisiones que la administración generó, dando así la combinación perfecta para lograr una victoria que se antojaba mucho más complicada hace algunos meses.

Las instituciones electorales son claves en una democracia funcional: aunque hay mucho que admirarle a los Estados Unidos de América en cuanto a su funcionamiento como país, el sistema electoral es uno que en muchos sentidos es anacrónico, impreciso, confuso y en opinión de muchos crecientemente anti-democrático (por el sistema indirecto del colegio electoral). La ausencia de una estructura nacional que diera mayor claridad, contundencia, precisión e inmediatez al proceso de conteo, adjudicación y confirmación de resultados es una clara tarea pendiente para nuestros vecinos del norte. Es por ello que en México se debe seguir enalteciendo y protegiendo a una institución como el Instituto Nacional Electoral y ser muy incrédulos ante quienes se atrevan a atacarlo o vulnerarlo, particularmente cuando esos ataques vienen desde el poder.

Los problemas no desaparecen en un día: uno de los principales temas a reconocer es que las elecciones significan sí un momento de importantes definiciones, pero de ninguna manera se puede colegir que por ese ejercicio queden sin materia los problemas de un país. En el caso concreto de los EUA no hay duda que existen cuestiones muy serias subyacentes de polarización económica, social, racial y cultural. Pero para el Presidente Biden la agenda está clara y contundente, tiene un país dividido y muchas heridas abiertas. Si no las cierran y solucionan, el triunfo electoral será efímero. Los políticos deben resolver los temas de fondo y no colgarse permanentemente de una victoria en las urnas o de culpar de todo a los antecesores.

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Así es que ahí están algunas de las lecciones a nuestro juicio más relevantes, y como sin lugar a duda el aprendizaje para nuestro país no admiten demora ni disminución. Los temas son reales y bastante simétricos cuando se consideran las historias paralelas de dos personajes como Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador (dos hermanos de distinta madre – Jeffrey Davidow dixit).

En lo que representa una referencia histórica, el electorado mexicano tendrá que asimilar lo acontecido para amalgamarlo a la realidad nacional y prepararse para no fallar ante el obligado escrutinio que vendrá en la elección de las mejores alternativas el 6 de junio de 2021. En Sí por México estamos haciendo lo que nos corresponde. La oportunidad es clara de corregir el rumbo de nuestro país y optar por mejores opciones, tal y como se hizo en los EUA el 3 de noviembre.

Ahora nos toca a los mexicanos informarnos y fijar la ruta para tener las mejores personas como candidat@s en la cita del 6 de junio de 2021. Tener una mayoría de victorias para los partidos que avalan la agenda ciudadana puede generar un entorno donde la democracia en el país se oxigene ante el evidente ataque y amenaza de un gobierno autoritario, autocrático, negligente, misógino y anacrónico como el de la auto-denominada 4T.

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P.D. Hemos pasado ya los 100,000 muertos oficiales en México por Covid-19 – siendo la cifra real más cercana a los 300,000 muertos. La tragedia es que cerca de un 80% de esas muertes se pudieron evitar si la pandemia se hubiera manejado con estricto apego a la ciencia y con cuestiones tan obvias como el uso generalizado de cubrebocas. Pero hasta en estas cosas privó la demagogia criminal. Los responsables deberán ser procesados por negligencia, algo que todas las familias enlutadas deberán solicitar a la brevedad posible para ver si aún se pueden evitar más decesos totalmente innecesarios.

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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es Miembro Directivo de UNE.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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