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2020 no define 2021

La oposición debe dejar de confiarse de los resultados de Coahuila e Hidalgo será la mejor manera de asegurar que Morena mantenga su poderío, dice Don Porfirio Salinas.
lun 26 octubre 2020 11:58 PM
Morena
La oposición deberá saber aprovechar el desgaste de Morena.

Los resultados electorales de la semana pasada en Hidalgo y Coahuila fueron de gran sorpresa para muchos. Para los detractores del actual gobierno, fueron “señal” clara del derrumbe de Morena; para algunos otros, significaron el regreso del PRI o la muerte del PAN.

Todas estas apreciaciones absolutistas no solo son imprecisas, sino poco informadas sobre las dinámicas electorales del país.

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Ya en este espacio hemos comentado que el 2018 fue un proceso electoral sui generis e irrepetible; y que para 2021, las dinámicas locales comenzarán a recomponerse, regresando la competencia electoral.

Si analizamos las elecciones locales de 2019, así como las de hace unos días, se demuestra que las dinámicas locales se están recuperando de la oleada morenista. Y que, como es natural, el ejercicio del gobierno está desgastando a los partidos, particularmente al mayoritario.

Esto de ninguna manera significa la derrota automática de Morena, solo significa que 2021 se decidirá de manera muy focalizada y que, por lo tanto, todos los partidos deberán ser muy estratégicos en cuanto a las plazas que busquen pelear.

Coahuila fue la principal sorpresa la semana pasada al llevarse el PRI los 16 distritos locales. Para entenderlo, ayuda saber que es uno de los pocos estados que aún mantiene estructuras electorales sólidas controladas por un gobierno estatal que nunca ha dejado de ser del partido tricolor.

Es, también, de los pocos estados donde no se han empatado con las elecciones federales. El gobierno estatal mantiene control sobre muchos medios. Así, al ser proceso únicamente de diputados locales, el interés del votante es muy bajo.

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Si bien el PAN tiene presencia importante en Coahuila, el hecho de ser una elección no coincidente con la de gobernador, que despiertan mucho más interesante, en las intermedias el PRI suele barrer con todo. ¿Por cuánto tiempo más? Difícil saberlo.

En Hidalgo, los resultados fueron más variados. Otro estado nunca gobernado por otro partido más que el PRI. Pero en donde la competencia lleva ya algunos años de ser más reñida. Por momentos, el PAN y el PRD habían hecho merma; y en 2018, incursionó Morena.

En esta ocasión, el PRI logró plazas muy importantes, como la capital y otras ciudades de relevancia. Pero en términos generales, el voto fue más dividido. Lo que sí es claro es que en un estado donde pudo salir mejor, Morena perdió oportunidades por su división interna.

Para 2021, los partidos que quieran ser competitivos deben analizar a nivel de estado, de municipio y de distrito el comportamiento electoral histórico. Pero sobre todo, deben tener un termómetro muy claro de lo que está viviendo, pensando y sintiendo cada población.

Resulta claro que Morena no tiene esa capacidad. Están enfrascados en una cruda lucha interna por los espacios de poder, que fueron diseñados de manera divisoria a propósito por el hoy presidente López Obrador para mantenerse como figura única de decisión.

El proceso de renovación de la dirigencia nacional ya causó estragos en Hidalgo (en Coahuila nunca han tenido presencia). El tiempo que han perdido en las pugnas internas ha sido muy valioso.

Y lamentablemente para Morena, Mario Delgado no conoce ni de vida partidista ni de competencias electorales, por lo que difícilmente será un liderazgo contundente hacia 2021. Además de que el presidente López Obrador seguirá siendo el único que decida las candidaturas importantes.

En la medida que Morena siga sin estructuras sólidas, el desgaste del gobierno federal seguirá pasando facturas importantes que no podrán remontar en 2021. Y se ve difícil que el presidente permita que Morena transite a ser un partido real.

Sin embargo, la oposición no está en mucho mejor posición institucional. La pulverización que hay al interior del PRI y el PAN, más la agonía del PRD, son evidentes. Movimiento Ciudadano ha logrado mantenerse mejor.

A eso se suman movimientos antilopezobradoristas como FRENAA o Sí por México que, lejos de ayudar a la oposición, la perjudican pues con su tono polarizante, protagonista y vacío de propuestas solo dividen el voto, ayudando así a Morena.

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Morena, o mejor dicho el presidente, al final del día sigue siendo el único con amplia y sólida base electoral. Aunque ya menor a la de 2018, pero no por mucho.

Qué tanto gane o pierda Morena dependerá de si la oposición logra una estrategia quirúrgica para fortalecer las plazas que le sean más redituables, y donde Morena no tenga arraigo o ya haya desgastado a la sociedad.

Pero, también dependerá de qué tanta gente salga a votar, y de qué segmentos socioeconómicos sean esos votantes. Si la gente, particularmente de clases medias, sale a expresarse, será más difícil el entorno para Morena.

En varias regiones del país hay un descontento importante con el presidente, en esas plazas los partidos deberán ponerse las pilas; pero sobre todo, deberán promover que esos sectores enojados salgan a votar, para hacer merma a la “4T” y darle viabilidad al país en la segunda mitad del sexenio.

Seguramente Morena verá bajas importantes en su número de diputados federales, aunque mantendrá mayoría simple pero apretada; verá bajas en congresos locales, y verá bajas en alcaldías. Eso es lo que primero castiga la gente. Pero en gubernaturas tendrá éxitos importantes.

Así que los partidos y quienes se dicen contrarios al gobierno deben prepararse bien y dejar la inmadurez con la que vienen actuando. Confiarse, como lo han hecho algunos, de los resultados de Coahuila e Hidalgo será la mejor manera de asegurar que Morena mantenga su poderío.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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