Nunca sobra recordar que la promesa central del lopezobradorismo es una renovación moral de la manera de hacer política en México. Es un compromiso mayúsculo, pero admirable. En el fondo, lo que Andrés Manuel López Obrador ha prometido desde hace décadas es el final de la corrupción, la impunidad y los privilegios de la clase política mexicana pero también algo, quizá, más importante: un mejor ejemplo, una nueva dignidad, una nueva altura moral en la conducción de los asuntos públicos.
El tiempo dirá si ha cumplido con la primera parte de la promesa. La segunda parte, sin embargo, es un fracaso.