Fue hasta el 26 de enero de 2014 que celebrarían su asamblea general constitutiva y que dio sustento a la creación del nuevo partido político nacional, cuando el Consejo General del Instituto Nacional Electoral aprobó por unanimidad el registro de Morena como partido político. Desde entonces, ha conseguido, no solo la presidencia de la República, sino seis gubernaturas: Chiapas, Ciudad de México, Puebla, Tabasco, Veracruz y Baja California. Cuenta, además, con 191 diputados federales y 55 senadores de la República.
El partido de AMLO está posicionado como el gran favorito en los comicios más grandes de la historia, del próximo 6 de junio de 2021. Una situación seriamente envidiable por la oposición, que no ha logrado sumar un frente amplio para derrotar a los lopezobradoristas.
Y es que los números son impactantes, Morena tiene el 39% de las preferencias electorales, seguido de Acción Nacional con el 11% y el Partido Revolucionario Institucional con un 10%, esto de acuerdo con una encuesta del periódico El Financiero. Incluso, la aprobación del presidente López Obrador ha crecido notablemente de junio a septiembre, pues subió del 56 a 62%.
Las noticias de los números favorables, para los distintos grupos dentro de Morena deberían de ser alentadores, inspiradores y estimulantes rumbo a la elección de 2021, cuando más de 95 millones de personas podrán votar y se renovarán 21,000 cargos de elección popular.
Si el día de hoy fueran las elecciones, Morena aplastaría a los demás partidos de manera impresionante. Parecería que todo estaría preparado para que el partido lopezobradorista se convierta en una especie de “partidazo”, como lo fue el PRI durante décadas; sin embargo, algo muy pútrido sucede en lo más profundo de su organización.