Una pseudointelectualidad obsoleta, salvo muy honrosas y sorprendentes excepciones, que nunca señaló a tiempo el mal rumbo del país, hasta que llegó un personaje al que le tienen fobia personal. Antes, se hacían amigos del poder; hoy que el poder no los acoge, se manifiestan
En ninguno de estos ejemplos se reconocen errores ni se asumen responsabilidades. No hay introspección ni la autocrítica. Ningún cuestionamiento de cómo todos construimos las condiciones que llevaron a la desesperación colectiva que nos trajo al punto donde hoy estamos como país.
El actual Presidente está cavando un hoyo aún más profundo para México. Su desprecio por la administración pública y el gobierno, sus prejuicios obsoletos, su claro desconocimiento de la historia del país, y su poca cultura están asfixiando al país.
El peor gobierno en el peor momento; aunque él se vanaglorie de lo contrario. Lamentablemente, en este peor momento también vemos a la peor oposición y contrapesos que hayamos conocido.
El Presidente y sus opositores son más parecidos de lo que quisieran. Ni tienen un interés real por México, ni son capaces de reconocer sus errores, ni buscan la cohesión del país. Sólo los mueve un afán personalista y revanchista. Y mientras tanto, el país sigue en picada.
A un Presidente priista de los 70 le preguntaron si cada pueblo tenía el gobierno que merecía. En tono burlón contestó que si así fuera estaríamos peor. Hoy esa máxima parece materializarse. Ante la histórica apatía y desinterés sociales, parece que tenemos al gobierno y oposición que merecemos. Ojalá pronto despertemos, o no habrá mucho que rescatar.
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