A una gran parte de los mexicanos no les quitó el sueño saber qué habría sido del excandidato panista. Sin embargo, existen cientos de miles de ciudadanos que confiaron en su candidatura y apostaron todo por ella. Muchos de ellos se sintieron abandonados y decepcionados por Ricardo; no ven con buenos ojos el retorno para rescatar su posicionamiento.
Incluso, entre los panistas y perredistas, hay quienes ven en su resurrección, un oportunismo impúdico y cínico.
Ya sea que Anaya busque una diputación federal o la candidatura a la gubernatura de Querétaro, tiene muy poco tiempo para volver a reconstruir su proyecto que ya había sido aniquilado y no por una elección perdida, sino por su propio abandono, por el hecho de dar un paso atrás.
Y es que uno de los pecados políticos que cometen en la oposición es el exceso de petulancia: creer que vienen a salvar a México de López Obrador sin comprender lo que realmente siente la gente en sus hogares.
Para algunos, esa postura petulante la mostró Anaya, quien debe volver a “formarse en la fila”, debe de demostrar empatía y querer, genuinamente, ser parte de un equipo y no su capitán.
Bienvenido de nueva cuenta Ricardo Anaya al cuadrilátero del debate, y aunque algunos consideren que será difícil verlo como líder de la oposición una vez más, durante este par de meses tendrá que mostrar si la reflexión durante estos años lo ha llevado a una madurez para tomar mejores y asertivas decisiones.
___________________
Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.