Coincide el desastre con el peor momento de disrupción de los tejidos sociales y políticos; cada quien lleva agua a su molino y así no se saldrá de esta crisis. ¿Cómo enfrentar la multiplicidad de efectos nefastos en millones de familias mexicanas? Hay respuestas internas en dos frentes: recursos fiscales para subsidios y la inversión privada frenada por la recesión y la incertidumbre, hoy totalmente insuficiente.
A una pandemia sin fronteras y sus efectos, sin embargo, las respuestas económicas y en la salud también tienen que serlo. Enfrentar la crisis global ahora y reconstruir lo desandado requerirá una respuesta también global. Una suerte de “Plan Marshall”, como con el que se reconstruyó Europa luego de la Segunda Guerra. Por ahora sólo Europa viene avanzando con el fondo de 700 mil millones de euros que se acaba de crear.
A falta de iniciativas gubernamentales sostenidas, debe recuperarse el sentido de una integración nacional, pero también regional pragmática y operacional. Indispensable contar con herramientas de coordinación, hoy en hibernación. Europa no hubiera podido superar rápido el colapso derivado de la segunda guerra mundial sin los acuerdos comerciales y económicos y, luego, políticos que siguieron.
En el plano internacional un no alineamiento activo de manera que nuestro país no quede obligado a optar por un bando en la guerra fría que está empezando. Relanzar mecanismos propios de coordinación regional en los escenarios multilaterales, hoy muertos. Con el lema “la unión hace la fuerza”, nuestros países deberían manejar estrategias y agendas concertadas que convengan a nuestros intereses.