Entre tales datos destacan los homicidios dolosos (2020 rebasará los registros ya en su momento también récord de 2019), muertes por COVID-19 (ahora ya más de 55K y creciendo para presumiblemente llegar a más de 100K en unos meses), destrucción de la economía nacional (una reducción del PIB este año del orden de 18%), erradicación de empleos (algunos datos ya apuntando a 20 millones de plazas perdidas en una u otra forma), y la amenaza de una quiebra financiera (debido al incremento exponencial en el no pago de créditos bancarios en el momento en que se agote la tregua de 4 meses que se dio al inicio de la pandemia).
En otros momentos esta acumulación de datos tendría a la sociedad permanentemente en las calles demandando un giro de timón urgente. Eso no sucede aún, a pesar de que los niveles de aprobación de gobierno y presidente van en descenso claro, pero teniendo el presidente aún una mayoría simple a su favor por alguna especie de tolerancia o esperanza de que algo le salga bien. Pero no se ve en base a lo que declara o hace que haya capacidad o voluntad de enmienda. Primero se muere antes que virar la ruta al desfiladero a la vista. Parece que piensa que es heroico caer todos juntos, pues es de valientes no voltear a ver mientras él conduce.
Y, sin embargo, en su equipo cercano (no de asesores porque no le opinan nada) se nota la desesperación al saber que no hay mérito en las decisiones que se vienen tomando. Ya ha habido importantes dimisiones, renuncias y salidas extrañas a nivel de gabinete y puestos relevantes. El desorden y falta de entendimiento es tal que incluso el titular de Semarnat declaró hace unos días que no existe un solo plan o referencia clara de lo que la 4T signifique. Es decir, no existe una idea precisa de cómo conducir o hacia donde llevar al país.
En toda esta confusión parecería que hay temas que se podrían manejar mejor, por ejemplo temas de impartición de justicia, lucha contra la corrupción, pacificación del país, y en general el respeto al Estado de Derecho. Pero en estos temas nuevamente son los hechos los que determinan si se logran o no los objetivos. Veamos algunos casos de lo que realmente sucede.
En temas de impartición de justicia, los casos de Emilio Lozoya, Rosario Robles, y todos los que vengan, la exigencia es la misma, las acusaciones que se hagan deben provenir de carpetas de investigación sólidas, con pruebas y evidencia con rigor legal y científico, actividades en todo momento con apego a normatividad aplicable, y en general estricto cumplimiento con el debido proceso y Estado de Derecho.