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Pobres y ricos viven en mundos paralelos

En México, el espacio público no se comparte entre pobres y ricos, vivimos segmentados y nuestra polarización política es probablemente resultado de ello.
mié 29 julio 2020 11:59 PM
Cepal
División física entre clases sociales.

Esta semana, OXFAM presentó un nuevo estudio titulado “Mundos Paralelos” que muestra cómo y dónde vivimos, y refleja las razones por las que no nos entendemos políticamente como sociedad.

No nos entendemos porque no estamos acostumbrados a convivir con personas que ven el mundo distinto a nosotros. Nos segmentamos. Los ricos viven segregados en colonias que los pobres mayormente desconocen, y viceversa.

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Millones de mexicanos de todas clases sociales llaman a la Ciudad de México su casa, pero un chilango rico solo conoce a un chilango pobre por lo que ve en películas. En el mundo real un chilango rico y un chilango pobre no se ven. Si acaso se verán solo como empleado y patrón, a veces ni así.

OXFAM pone el dedo en la llaga. De la misma forma en la que las personas más blancas no comprenden la discriminación racial porque no la experimentan, las personas ricas de la Ciudad de México no saben lo que es ser pobre, y viceversa. El pobre no tiene ni idea de lo que es ser rico. No conocen cómo viven porque hay muy pocos lugares físicos donde distintos estratos sociales se encuentran.

Hay tres descubrimientos de la investigación de OXFAM que me parecen muy relevantes.

Primero (y el resultado que me impactó más) es que en la Ciudad de México estudiar una maestría es mayormente eso-que-hacen-los-hijos-de-los-que-viven-en-Lomas. La investigación muestra con prístina claridad como una de las zonas con mayor concentración de estudiantes de maestría en México no está en vecindarios asequibles a un profesional con licenciatura apenas terminada sino en los vecindarios más pudientes de México. Si las maestrías son una forma de aumentar el ingreso, ese camino parece ser más difícil de seguir para personas que no tienen altos ingresos de entrada.

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Segundo, el reporte muestra cómo, desde la educación básica, el habitante común de la Ciudad de México “se infecta de elitismo” (sic). Rápidamente los niños comienzan a percibir cómo ciertos lugares y personas le son ajenos y no los visita porque no son parte de su circulo económico cercano. Las escuelas públicas y privadas están segmentadas por nivel de ingreso.

De acuerdo al estudio, la calidad educativa se segmenta también por ingreso. De ser el caso, el reporte provee evidencia de que educarse no cambia la clase social de las personas porque no significa lo mismo ir a la escuela en Miguel Hidalgo que en Iztapalapa.

Tercero, incluso el arte y los museos de la Ciudad de México están segregados. El reporte expone cómo las personas que habitan en la alcaldía Miguel Hidalgo difícilmente van a museos fuera de su alcaldía de residencia. Desconocen por completo las propuestas de arte regional que albergan los espacios comunitarios al otro extremo de la ciudad. Ricos y pobre solo conviven en exposiciones del centro.

Esto es grave. La educación no está funcionando como un motor para mejorar la calidad de vida de las personas porque la desigualdad económica perpetúa la desigualdad educativa. No se trata de que los pobres no se esfuercen por ir a la escuela (si acaso es más difícil ir a la escuela cuando es pobre) sino porque aún con el mismo esfuerzo (ir a la escuela todos los días), los resultados son diametralmente distintos.

La pandemia deja una estela de pobreza en México

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En países desarrollados es común hablar sobre segregación racial o económica. En México hasta ahora el tema continúa siendo un tabú. Celebro que OXFAM venga nuevamente a mostrarnos que debemos estar menos cómodos de lo que creemos. La ciudad más grande de México no es una ciudad sino múltiples conglomeraros de gente similar que no conoce a otros.

Es por ello que la polarización política que hoy vivimos no es resultado de quien llegó al poder, sino de cómo de distribuye el poder. En la Ciudad de México el poder se concentra geográficamente.

Es por ello que no es por nada sorprendente que los ricos no entiendan a los pobres y que caricaturicen sus preferencias políticas. No saben lo que es ser pobre porque no viven en la misma Ciudad de México, viven en ciudades distintas que solo comparten nombre. Lo mismo sucede con los pobres. La tragedia de la desigualdad extrema: desconocer al otro.

Recomiendo ampliamente leer el reporte completo .

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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