La brecha digital es crítica
Diana Hincapié, economista de la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tiene una explicación para situaciones como la descrita: “La conectividad en la región es muy baja, especialmente para los estudiantes más vulnerables. La interacción con la escuela ha sido en algunos casos imposible. Apenas el 40 por ciento de las escuelas primarias tiene acceso a internet. Y las diferencias son muy altas en comparación con zonas rurales, donde puede ser del 20 por ciento, en contraste con urbanas, que pueden alcanzar el 60 por ciento. La situación es aún más crítica en los hogares”.
Cuba es un ejemplo de esto. De acuerdo con Freedom House , una organización civil dedicada a la defensa de la democracia y los derechos humanos, hasta diciembre de 2019, solo 67.000 hogares tenían conexiones legales a internet. Según datos de la UIT, este grupo representa solo el 28 por ciento. En el país, el acceso público a este servicio fue aprobado apenas en 2013.
La economista explica también que, al reanudar las clases, la falta de conectividad a internet que padecen el 39 por ciento de los hogares latinoamericanos, las diferencias de oportunidades de acceso a computadoras y la poca estimulación en los hogares de niños vulnerables darán origen a grupos escolares con condiciones académicas y emocionales muy variadas. “Lo más triste es que vamos a ver unas brechas que se van a agrandar. No sabemos cuál va a ser la magnitud (de la brecha), pero sabemos que aumentará”.
Un factor que podría favorecer las clases no presenciales en América Latina y el Caribe es el acceso a teléfonos móviles, que supera el 85 por ciento. No obstante, el entorno del niño, vital en la efectividad de la educación remota, es otro aspecto que juega en contra en la región, señala Elena García, especialista de Virtual Educa.
“Imaginemos a un chico que tiene un dispositivo y una conectividad razonable, vive con su familia y tiene una habitación individual, y comparémoslo con uno que tiene la misma computadora, el mismo tipo de conectividad, pero su contexto es una habitación muy sencilla que comparte con sus papás y tres hermanos. Evidentemente, el entorno no es el mismo, y ese entorno es fundamental para que se puedan dar situaciones de aprendizaje. La brecha de habilidades digitales se puede resolver rápidamente, con una política organizada, pensada y planificada. El problema es el contexto donde viven los chicos”, explica.
Echando mano de la radio y la TV
En marzo de 2020, cuando se inició el cierre de escuelas por la pandemia, Bernt Aasen, director Regional de Unicef para América Latina y el Caribe, advertía sobre los riesgos que representaba para la niñez la interrupción de clases, e invitaba al uso de otras herramientas no digitales para paliar la desconexión. “Si el cierre de la escuela se extiende aún más, existe un gran riesgo de que los niños se retrasen en su aprendizaje y tememos que los estudiantes más vulnerables nunca regresen a la escuela. Es vital que no dejen de aprender desde casa. Para continuar su educación en el hogar, se deberán utilizar todas las herramientas y canales disponibles, ya sea por radio, televisión, internet o teléfonos celulares. Solo podremos enfrentar este desafío a través de un esfuerzo conjunto de los gobiernos, el sector privado, padres e hijos”.
Países como Perú, conscientes de esta situación, han hecho uso de medios tradicionales para mejorar el alcance de la educación remota de emergencia. Allí, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, solo 29.8 % de los hogares tienen acceso a internet, uno de los porcentajes más bajos de la región. Por debajo están Cuba con 28.2% Paraguay con 24.4 %, El Salvador, con el 17.1%, Bolivia con 16.2 % y Haití con apenas el 7%.