¿Cómo terminar con esta profunda e injusta desigualdad? Las mujeres tenemos que ser parte de las decisiones. Sólo 1 de cada 4 asientos en los parlamentos del mundo está ocupado por una mujer; eso no es inclusión, representación o democracia. Los cambios culturales se aceleran con cambios institucionales. En México, incorporamos la paridad de género en la Constitución; el siguiente paso es que las mujeres no seamos consideradas meros porcentajes sino actores protagónicos en la toma de decisiones.
No podemos pedir a una mujer que estudie, cuide hijos y además quiera transformar al país si nos regatean derechos una y otra vez.
Es urgente cambiar el entorno que todos los días violenta a las mujeres y niñas, un entorno de muerte en el hogar, de explotación laboral, de acoso y discriminación cotidiana.
La plena inclusión económica es un derecho impostergable y un detonante de desarrollo. Debemos modificar la legislación para las empresas y diseñar incentivos, esquemas fiscales y transferencias directas con perspectiva de género. Las políticas tienen que facilitar la inclusión laboral y la igualdad salarial, el estado debe ofrecer guarderías y escuelas de tiempo completo, y una política integral de prevención y combate a la violencia. La recuperación post COVID-19 no será sencilla, pero es imposible alcanzarla sin mujeres: no existe “nueva normalidad” sin nosotras.
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Nota del editor: la autora es diputada federal, presidenta de la Unión Interparlamentaria.
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