Lo cierto es que las descalificaciones en contra del INE resultan tan injustas como desproporcionadas viniendo de un partido político que apenas en 2014 recibió de ese mismo instituto su reconocimiento como partido político y, tan sólo cuatro años después, de su triunfo en las elecciones presidenciales.
Segundo, porque si alguien conoce la historia y evolución del INE es precisamente el presidente López Obrador quien, como presidente del PRI en Tabasco, presidente Nacional del PRD, coordinador Nacional de Morena vaya que ha podido contrastar el antes y el después de tener un órgano electoral autónomo, especializado e imparcial, pero también ha podido cosechar los frutos de ello desde hace 24 años.
Hagamos memoria. El Instituto Nacional Electoral tiene autonomía plena desde el año de 1996. En 1997, siendo presidente Nacional del PRD, Andrés Manuel López Obrador pudo celebrar los triunfos electorales de su partido al volverse la segunda fuerza política de la Cámara de Diputados, hacer a Cuauhtémoc Cárdenas el primer jefe de Gobierno electo de la Ciudad de México y al conseguir la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. En 1998, celebró los triunfos en las elecciones estatales de Tlaxcala y Zacatecas, y en 1999 no sólo ganó el gobierno de Baja California Sur, sino que celebró su propio triunfo como jefe de Gobierno. Como coordinador nacional de Morena, en 2014 celebró que el INE le diera su registro como partido político, y en 2018 el triunfo de ese nuevo partido en las elecciones presidenciales.
Nada mal para la mala fe que asegura el presidente López Obrador que siempre le ha tenido el órgano electoral mexicano.