Tristemente, la estampa es ya inolvidable: el presidente de México en plena Casa Blanca, elogiando y aplaudiendo a Donald Trump, el presidente más anti-mexicano de la historia moderna de Estados Unidos. Para algunos, el viaje de López Obrador fue muestra de astucia diplomática. Para otros, Trump y su campaña claramente incluidos, la visita fue un regalo político para respaldar a Trump en plena campaña presidencial.
López Obrador pudo ser cauto y prefirió no serlo. Sus motivos tendrá. Cosa muy distinta con el tercero en discordia: el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.