Celebro que López Obrador no haya cedido ante los primeros intentos de grupos empresariales por rescatarse a ellos mismos a costa de las finanzas públicas. Me da gusto que el presidente tenga claridad respecto a lo mal que se han manejado crisis anteriores.
Donde todo se echó a perder fue cuando sucedieron dos cosas. Cuando el presidente y su equipo creyeron que no era necesario un plan económico de rescate amplio para los informales y desempleados del coronavirus. Y cuando rechazaron el segundo plan solicitado por los empresarios, uno que ya privilegiaba el empleo y el ingreso solidario.