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La pandemia que viene

Se vislumbra una crisis sanitaria y económica sin precedentes con una campaña electoral tan vehemente como fútil que termine generando más abstencionismo que movilización.
mar 30 junio 2020 11:59 PM
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Debido a la alta demanda durante la contingencia por COVID-19, el trámite para el Seguro de Desempleo se suspendió de forma temporal.

La curva de contagios sigue subiendo y la economía no deja de caer, pero a la clase gobernante ya le urge ocuparse de otras cosas. Por ejemplo, de las elecciones del próximo año. Y varios medios de comunicación le hacen segunda. Por un lado, porque la agenda informativa suele moverse más en función de los discursos del poder que por las adversidades cotidianas de la gente. Por el otro lado, porque en la conversación pública la novedad siempre lleva mano y una catástrofe con más de tres meses de duración, por grave que sea, es cada vez más difícil que mantenga la atención prioritaria del día a día.

Las oposiciones, además, no han logrado tener la fuerza suficiente para crear presiones eficaces que contrarresten la narrativa gubernamental. Para acabar de completar el cuadro, es probable que las propias audiencias ya acusen cierto cansancio respecto a las noticias del coronavirus y sus calamidades. El resultado, paradójicamente, es que muchas personas siguen cayendo enfermas o falleciendo, perdiendo su empleo o viendo disminuidos sus ingresos, pero las condiciones mediáticas y políticas son muy propicias para que el tema se desplace a un segundo plano.

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El panorama, sin embargo, luce muy incierto. Es verdad que el presidente sigue siendo un líder popular, que su apuesta por los programas sociales puede traducirse en votos y que, con todo y sus problemas, Morena sigue siendo el partido con mayor intención de voto (18% según la encuesta de Moreno). Sin embargo, la aprobación de su gobierno muestra una sostenida tendencia a la baja, en general no tiene buenos resultados que defender y su coalición está poco a poco disolviéndose en el agua turbia de las rivalidades y los conflictos internos.

Todavía falta un año, pero dada la experiencia de los últimos 18 meses y el panorama tan sombrío que se anticipa para el futuro inmediato, nada indica que el gobierno vaya a tener la capacidad para cambiar la agravada trayectoria de deterioro y decepción en la que se encuentra. Al contrario.

La pregunta es si las oposiciones podrán aprovechar esa oportunidad. Porque no está claro que el electorado vaya a decantarse automáticamente por el voto de castigo. A pesar de la evidente debilidad del lopezobradorismo, las oposiciones también lucen débiles y desubicadas. Todavía arrastran mucho desprestigio, carecen de liderazgos atractivos y sigue siendo una incógnita qué pueden representar u ofrecer más allá del justificado pero genérico rechazo a la figura o la gestión del presidente. En un entorno así, no es descabellado proyectar un escenario en el que la polarización, ya sea que la promueva el presidente o incluso alguna de las oposiciones, tenga el efecto de desmotivar al electorado. De por sí en las elecciones intermedias el porcentaje de participación suele ser menor que en las presidenciales. El desenlace podría ser, entonces, una crisis sanitaria y económica sin precedentes con una campaña electoral tan vehemente como fútil que termine generando más abstencionismo que movilización.

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Si el lopezobradorismo se desentendió de la emergencia, y las oposiciones no logran conectar con ese agravio y representarlo, tal vez una mayoría de electores opten no por tomar partido entre unos u otros sino por mandar a ambos al diablo. No es lo deseable, pero tampoco resultaría tan sorprendente.

"Tenemos que dar el Grito, ¿cómo vamos a olvidar la historia?" | #EnSegundos

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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